Opinión

Aragón ha defendido su poderío blanco

Tal y como se preveía, la candidatura de Aragón y Cataluña para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 ha quedado cancelada por el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, que ha intentando construirla y dirigirla pero que ha fracasado estrepitosamente porque no ha sabido mantener los equilibrios entre los dos territorios. Seguramente el resto de partes que han participado en la negociación (los gobiernos de Aragón, Cataluña y España) tendrán también responsabilidades, pero lo que no es justo es culpar exclusivamente al Gobierno de Aragón y a su presidente, Javier Lambán, de este estrepitoso fracaso. Probablemente, en las primeras reuniones Aragón debería haber alertado ya de que no se estaba cumpliendo aquella premisa que lanzaron el propio Alejandro Blanco y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en Zaragoza, de que la candidatura sería igualitaria. Ahí ha radicado la clave del desencuentro.

Pero ni mucho menos se puede decir que el fin del proyecto se debe a la intransigencia de Aragón o al anticatalanismo del Gobierno aragonés. Desde la DGA, igual que desde muchos sectores de la sociedad de la comunidad y desde todas las fuerzas políticas aragonesas con representación parlamentaria, lo que se ha defendido es la igualdad en el reparto de competiciones en la cita olímpica entre Aragón y Cataluña, de forma que las estaciones de esquí del Pirineo aragonés –que no son peores que las del catalán, sino que son las que más kilómetros esquiables tienen en la cordillera, muchas de las cuales ya cuentan con la homologación de los órganos internacionales de competición porque han sido escenario de pruebas mundiales– no quedaran marginadas. No era de recibo que ni Formigal ni Cerler no tuvieran pruebas deportivas, de la misma manera que Zaragoza tenía que estar al mismo nivel que Barcelona. Aragón siempre ha propuesto alternativas que garantizaban la igualdad de los territorios, mientras que las propuestas del COE siempre coincidían con las de Cataluña y dejaban a Aragón en un papel subsidiario. Eso es lo que ha defendido el Gobierno autonómico que en los últimos años ha hecho una apuesta por potenciar el negocio de la nieve y muchas comarcas altoaragonesas han vivido grandes transformaciones. Seguramente que el mayor nombre se lo lleva Cataluña, pero en olimpismo, Aragón tiene un enorme peso porque aquí hay mucho poderío blanco. Es momento de reflexionar por qué entre todos han hecho más cosas mal que bien. Y a partir de ahí, seguir trabajando porque los Juegos, aunque tarden, llegarán.

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