CRUCE DE CAMINOS

El sueño (o no) del pleno empleo

Las expectativas de Semana Santa, la campaña agrícola, el tirón del turismo y la pujanza de la industria y la logística hacen ser optimistas

El empleo cualificado será clave en los próximos años.

El empleo cualificado será clave en los próximos años. / EP

Ricardo Barceló

Ricardo Barceló

Aragón encara con confianza el reto de intentar acercarse a la barrera del pleno empleo, un escenario en el que solo el 5% de la población activa no trabaja. Este objetivo, que se puede calificar como casi una quimera para un país como España, fue verbalizado por el presidente Javier Lambán en una entrevista publicada por este diario en enero de 2022, cuando el fantasma de la guerra de Ucrania todavía no había llegado a nuestras vidas. Para ver cumplido ese desafío sería preciso que la comunidad redujera prácticamente a la mitad el número de actuales parados, poco más de 60.000, según la última Encuesta de Población Activa (EPA), correspondiente al cierre de 2022. De esta forma, la tasa de paro debería pasar del 9,4% al 5%.

«Creo que podemos ser la primera comunidad que puede alcanzar el pleno empleo. Esa es mi aspiración y el objetivo que me he marcado para 2024», aseguró Lambán a comienzos de 2022, cuando argumentó que la posición de Aragón era entonces «envidiable» con sectores que ejercían de «verdaderos motores de desarrollo y creación de empleo que generarán tanto trabajo que será necesario atraer personal de fuera de Aragón», pronosticó el presidente aragonés. Pero la guerra en Ucrania, el incremento de los precios de la energía y las materias primas y su efecto en familias y empresas ha echado por tierra una hoja de ruta prometedora. Las turbulencias han sido tan habituales en los últimos años que hacer previsiones económicas y dar en el clavo es todo un milagro. Si no que se lo pregunten a las instituciones, entidades y organismos internacionales que revisan sus pronósticos cada trimestre.

Las turbulencias han sido tan habituales en los últimos años que hacer previsiones económicas y dar en el clavo es todo un milagro.

Pese a ello, las expectativas para este 2023 son buenas, pues Aragón afronta unos meses propicios para tratar de acercarse a los 55.000 parados --en mayo de 2008 se redujo el desempleo hasta las 40.000 personas por las obras de la Expo-- gracias a la esperanzadora campaña de Semana Santa, la buena afluencia de visitantes prevista en el Pirineo, el inicio de la campaña agrícola –que el pasado año soportó importantes contratiempos por la meteorología-- y el impulso experimentado por el turismo interior que se puede ver espoleado por la temporada de verano. En este sentido, el último estudio de Manpower sobre contratación prevé crecimientos de en torno al 5% en las comunidades de la zona norte entre las que se incluye Aragón.

Además, en los últimos meses han cuajado iniciativas en sectores como el logístico y el agroalimentario que pueden impulsar todavía más la contratación. Esta misma semana, la DGA anunciaba la creación de hasta 2.500 empleos en la antigua Universidad Laboral de Zaragoza, que espera que varios operadores logísticos recalen en una de las mayores operaciones del sector en España tras la compra de 38 hectáreas por parte de Montepino.

Pero imaginemos por un momento que la comunidad puede mirar cara a cara al pleno empleo. ¿Sería tan positivo para la economía aragonesa? La primera respuesta es sí porque elevar la ocupación y la afiliación a la Seguridad Social no sólo aumenta los ingresos de las familias y estimula el consumo, sino que, además, incrementa la recaudación de las administraciones, recursos que, a su vez, se pueden destinar a mejorar los pilares del estado de bienestar e impulsar las inversiones productivas. Otra de las ventajas es la eliminación de la economía sumergida y la reducción de las prestaciones por desempleo a cargo del Estado.

Pese a todo, habrá que estar vigilantes porque existe una cara b y, en ocasiones, el pleno empleo lleva aparejado un aumento de los trabajos a tiempo parcial, por no hablar de la escasez de mano de obra y profesionales cualificados. Estos serán los hándicaps sobre los que habrá que estar vigilantes. Más allá de alcanzar o no esa barrera del 5% de tasa de paro, lo importante es cómo hacerlo sin deteriorar el mercado laboral y sin perder de vista que más del 90% del tejido productivo son pymes. De su fortaleza y capacidad de reinvención también dependerá conseguir cumplir ese sueño.

*Subdirector de El Periódico de Aragón