La 24ª jornada de Segunda

La crónica del Alcorcón-Zaragoza (0-0). Un pasito sin ambición

El Real Zaragoza firma unas tablas demasiado escasas en Alcorcón en un partido de nulidad ofensiva

Un casi autogol del rival estuvo a punto de darle un inmerecido premio a un Zaragoza muy gris y que tiene un ritmo insuficiente (11 puntos de 24 con Velázquez) para recortar distancia con la zona de arriba

Ávalos Barrera ayuda a levantarse a Mouriño en un momento del partido.

Ávalos Barrera ayuda a levantarse a Mouriño en un momento del partido. / CARLOS GIL-ROIG

El Real Zaragoza sumó un punto tras un empate sin goles en Santo Domingo en un partido demasiado plano, ya que el equipo mostró una preocupante escasez de ambición y de llegada, que no tuvo en la primera parte y que la ofreció con cuentagotas en la segunda, donde Javi Pérez sacó un autogol sobre la raya que pudo dar una victoria que habría sido inmerecida para un encuentro demasiado gris de los de Velázquez. Necesitaban ganar para acumular dos triunfos seguidos y ofrecieron un nivel demasiado bajo, sostenido en un bloque ordenado y consistente atrás, pero que apenas dibujó fútbol ante un Alcorcón que venía en buena dinámica y que hizo más para ganar.

Fue a nadar y guardar la ropa a Alcorcón el equipo zaragocista, a estar bien situado y a esperar su oportunidad. El plan, eso sí, estuvo a punto de salirle sin esa acción salvadora del centrocampista local, pero la intención, la apuesta, el querer, la búsqueda de la victoria, la capacidad con el balón... De todo eso mejor ni hablar porque el Zaragoza no lo mostró en una vergonzante primera parte en lo futbolístico y de forma solo tímida en la segunda. Un equipo pequeño con mayúsculas en Alcorcón con 1.000 zaragocistas en las gradas. Así, hablar de atrapar la zona de playoff no es que parezca una quimera. Es que lo es.  

Lejos de las victorias

Ha construido Velázquez un Zaragoza difícil de ganar, que solo ha perdido un partido, el primero en Albacete, de 8 (11 puntos de 24), pero que también vive lejos de las victorias (solo 2), sobre todo fuera de casa, donde su nivel es muy bajo, y la reacción para alcanzar la zona de arriba exige no desaprovechar demasiadas oportunidades. Y la de Alcorcón, por muchos motivos, por el contexto tras haber ganado, por el final del mercado, por el rival de la zona baja o por el calendario que viene, lo era. Y se mandó casi al limbo con un empate de agrio sabor.

En la primera parte el Zaragoza estuvo bien asentado y con nula profundidad, lento e impreciso en ataque, un dolor cuando se asentaba en campo contrario. Mal en las contras y mucho peor en el fútbol estático

Mantuvo el Real Zaragoza el esquema con tres centrales, con Lluís López en el eje pese a la vuelta de Jair, que fue suplente, y en ese 5-3-2 con Francho teniendo más libertad de movimientos en ataque ante un Alcorcón donde también Nafti conservó los mismos argumentos que le habían dado la recuperación al equipo alfarero, un 4-2-3-1 con Obieta arriba y Javi Lara con libertad de movimientos, para que el partido comenzara con dominio local y con una llegada de Iago López en la que el resbalón de Obieta libró del gol tras un despiste de Mouriño. Pero salvo ese aviso inicial el partido devino en un pobre espectáculo, con el Zaragoza bien asentado y con nula profundidad, lento e impreciso en ataque, un dolor cuando se asentaba en campo contrario. Mal en las contras y mucho peor en el fútbol estático, donde solo Francho parecía moverse con algo de sentido.

Cercenado el Zaragoza de uno de los aspectos del fútbol, el mirar al marco rival, el Alcorcón fue ganando terreno cuando el reloj llegaba a la media hora porque al menos el equipo local sí tenía sentido futbolístico con el balón en los pies, cuando Iago López llegaba desde el lateral o Víctor García y Artola jugaban a la espalda de los dos carrileros zaragocistas, Fran Gámez y Mollejo.

Badía, atento

Un centro de Quintillá que envenenó el despeje de Mouriño provocó la primera buena intervención de Badía, siempre atento y que también salió bien a los pies de Artola, mientras que Lluís tapó el disparo de Víctor García cuando el Zaragoza empezaba a tener ya una sensación de agobio y veía más grietas atrás. Un remate de Javi Pérez que atrapó Edgar Badía fue el último intento de un Alcorcón mejor que un Zaragoza inexistente en ataque en el final de la primera parte. 

Tras el descanso, Velázquez mantuvo la apuesta, pero en fase ofensiva acostó más a Francés en la banda izquierda para darle más libertad de movimientos a Mollejo y el Zaragoza, sobre todo con Francho, empezó a rondar algo más el área rival. Menos que en la primera parte era imposible... El apagado Maikel Mesa, de cabeza en un saque de banda que prolongó Azón, mostró que Anacker tenía guantes y una falta de Francho se paseó sin rematador. Demasiado poco bagaje ante un Alcorcón que tampoco podía derribar la muralla, con Mouriño como el más inspirado atrás y Lluís muy firme. Tiró Nafti de Dyego Sousa y Velázquez de Enrich y Vallejo para cambiar la zona de ataque y la lesión de Gámez enseñó un 4-4-2 con Francés ahora de lateral derecho y con Enrich y Mollejo arriba. Una buena acción de Francho con centro de Manu Vallejo pudo traer el autogol de Rivas, en pugna con Enrich, pero no llegó y Sousa tuvo una última de cabeza. Entraron Bermejo y Borge y Lluís se situó en el medio. Clara declaración... El empate era inevitable, un pasito escaso, demasiado, pero sobre todo logrado con una preocupante falta de ambición.