Real Zaragoza

Real Zaragoza, un fracaso histórico

El Real Zaragoza, el cuarto límite salarial más alto de la categoría y concebido para luchar por un playoff matemáticamente ya imposible desde el domingo, vive uno de los mayores fiascos de su vida

"Hay que competir para ascender esta temporada", dijo Jorge Mas en Navidad poco antes de que Sanllehí asegura que el ascenso era "claramente posible". Antes, Cordero había fijado el objetivo en "estar con los mejores"

El Zaragoza, a 12 puntos del sexto y a 21 del segundo, luchará, por cuarto año consecutivo y como casi siempre desde que bajó, por conservar el pescuezo

El consejero Mariano Aguilar y el director general Raúl Sanllehí dialogan en el palco de La Romareda antes del partido del pasado domingo entre el Zaragoza y el Burgos.

El consejero Mariano Aguilar y el director general Raúl Sanllehí dialogan en el palco de La Romareda antes del partido del pasado domingo entre el Zaragoza y el Burgos. / JAIME GALINDO

Jorge Oto

Jorge Oto

Lo dijo Jorge Mas, presidente del Real Zaragoza, allá por Navidad: «Tengo ambición, la paciencia no es algo que me caracteriza y queremos llegar a Primera inmediatamente, este año. Nuestro deseo es llegar a Primera ayer, pero vamos a dar los pasos para lograrlo cuando se debe y lo antes posible. Y hay que competir para hacerlo esta temporada, esto no es decir en dos o tres años, hay que batallarlo ahora». Pocos días después fue el director general, Raúl Sanllehí, el que repitió el mensaje. «Sin vender humo, yo creo que el ascenso es claramente posible. Estamos a cinco puntos del playoff, contamos con un equipo competitivo y tenemos los recursos que ha puesto de nuevo el grupo inversor y que han ayudado muchísimo», expuso el catalán en Aragón TV. Antes, en verano, el recién llegado Juan Carlos Cordero, la gran apuesta de Sanllehí para la dirección deportiva, advertía, en declaraciones a LaLiga, que hablar de ascenso en julio «es una mentira» pero tenía claro que el objetivo de su Real Zaragoza de la 23-24 era «estar con los mejores y llegar a la parte final de la temporada para poder luchar por cosas importantes. Hay que marcarlo desde ya».

Pero el ascenso dejó de ser una opción hace tiempo aunque es ahora, con todavía un mes de competición por delante, cuando ha quedado definitiva y matemáticamente dilapidado. Restan 12 puntos por jugarse, los mismos que separan al Zaragoza de un sexto puesto que pasó de ser objetivo a quimera, de quimera a milagro y de milagro a imposible. De nuevo, el Zaragoza se queda demasiado pronto sin opciones de otra cosa que no sea conservar el pescuezo. Lo del ascenso directo, por cierto, es otra historia: 21 puntos de renta. Casi nada.

En este baile de declaraciones, las de Víctor Fernández fueron las más realistas cuando el club llamó corriendo a su puerta para poner en sus manos una nave de nuevo a la deriva. «Vamos a sufrir mucho. Estamos en peligro», ha venido repitiendo el técnico desde que fue presentado en una sala de prensa de La Romareda en la que Cordero y Sanllehí ya no miraban hacia arriba salvo para encomendarse a la providencia divina. 

Es, sin duda, uno de los mayores fracasos de la historia. Aquel Real Zaragoza concebido para estar con los mejores y, en base al cuarto límite salarial más alto de la categoría, diseñado para aspirar, al menos, a luchar por el playoff, no solo se cargó la temporada demasiado pronto sino que se ha condenado, como casi siempre desde el último descenso, a luchar por sobrevivir. Ese, de nuevo, se ha quedado ya como único objetivo de cara a unas cuatro jornadas finales que el Zaragoza afronta con cinco puntos de renta sobre el descenso pero con el miedo en el cuerpo después de sufrir ante el Burgos la octava derrota del curso en casa y echar por tierra, de este modo, la oportunidad de desterrar fantasmas, respirar aliviado y no acentuar más un fracaso de grandes dimensiones. Por las expectativas creadas, por el dinero disponible, por la ilusión creada tras el pleno al quince en las cinco primeras jornadas entre una masa social de récord y por la acumulación de decepciones y desencantos tras once años consecutivos en el averno. 

Por eso, por el agravio entre lo previsto y la realidad, no existen muchas decepciones a la altura de la actual a lo largo de la historia de la entidad salvo, por supuesto, los descensos, especialmente el de 2008, cuando el Zaragoza se marchó a Segunda con la plantilla más cara de su historia entre la que estaban Ayala, Aimar, Diego Milito u Oliveira, entre muchos otros, y con Agapito Iglesias al frente de una entidad que tras volver a Primera un año después, apenas permaneció cuatro años más en la élite hasta retornar a un pozo del que aún no ha podido salir. Este era el año para, al menos, haber acometido el asalto pero, en lugar de eso, el Zaragoza ha perpetrado uno de los mayores fracasos de su historia, con la obligación de que el drama no se convierta en tragedia. 

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