COMUNICACIONES
El soterramiento del enlace de la A-68 y la Z-40 podría retrasarse
El paso inferior obligará a modificar el cauce de un escorredero subterráneo que debe aprobar la CHE
Las obras debían comenzar entre julio y agosto para minimizar las afecciones al tráfico en el eje carretero
M. C. L.
Los adjudicatarios de la obra de un paso inferior del enlace de la autovía A-68 con la Z-40 están tratando de salvar un escollo que amenaza con retrasar los plazos marcados para la obra. El inicio de los trabajos estaba previsto primero para julio y después para la segunda quincena de agosto, con el objetivo de minimizar las afecciones sobre el tráfico rodado, pero la actuación obliga a modificar el cauce del escorredero de San Antonio, que discurre por debajo de la rotonda y es clave para canalizar el sobrante de aguas del Canal, los regadíos o de tormentas como la del pasado 6 de julio, que anegó varios puntos del entorno de La Cartuja Baja de Zaragoza.
La obra está adjudicada por casi 20 millones de euros a la unión temporal de empresas (UTE) que conforman Marco Infraestructuras y Medio Ambiente (Mainsa) y ACSA Obras e Infraestructuras, cuya propuesta es desviar el escorredero a uno de los laterales alternativa para mejorar la ejecución de la obra, y las afecciones que estas originarán al tráfico, razón por la que los tiempos apremian al aliviarse el flujo de vehículos en verano por las vacaciones en las empresas ubicadas en el corredor. Desde el Ministerio de Transportes (Mitma) señalan que la actuación está en una «fase inicial de estudio» para intentar minimizar al máximo las afecciones al tráfico y que no se contemplan incrementos presupuestarios. Sin embargo, fuentes empresariales creen que el inicio de las obras les «pillará de lleno» con la vuelta al trabajo tras el verano.
La propuesta está ahora en la mesa de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), según fuentes cercanas a la obra. Esta debe validar o desechar la propuesta para dirimir qué vía es mejor para solucionar el escorredero: hacerlo más profundo y que quede por debajo del paso inferior o desviarlo hacia un cauce alternativo que quedaría en un lateral de la rotonda.
Además, en la rotonda hay infraestructuras de servicios como telefonía o líneas de alta tensión que no aparecen en los planos, por lo que la adjudicataria está contactando con las compañías propietarias para modificar los trazados.
Un túnel subterráneo de medio kilómetro
El paso inferior de la rotonda de la carretera de Castellón es una de las actuaciones más reivindicadas por el corredor industrial de la N-232 por el alto volumen de accidentes y de retenciones en el acceso a Zaragoza por el sur. Ya está adjudicada y deberá estar finalizada en 12 meses, aunque la idea original era empezar los trabajos en julio para minimizar el impacto sobre el tráfico rodado en la entrada y salida de Zaragoza por este punto, que soporta 30.000 vehículos diarios, de los que un millar son camiones.
Para solucionar los problemas de congestión y mejorar la seguridad vial de la zona, en el proyecto se prevé la construcción de un paso inferior de aproximadamente 535 metros de longitud bajo la glorieta del enlace, de manera que canalice el tráfico que circula por la A-68. Así, el tráfico que circule por la autovía y no necesite acceder a la Z-40 no tendrá que cruzar la glorieta del enlace.
Actualmente, la continuidad de la A-68 en la salida natural de Zaragoza hacia Castellón se ve interrumpida por este enlace con la circunvalación Z-40, pues los vehículos deben atravesar la glorieta tanto para ir al cuarto cinturón como para seguir por la autovía.
Cuando el secretario de Estado de Infraestructuras, Xavier Flores, presentó la obra en Zaragoza a finales de noviembre del año pasado, advirtió de que la ejecución del proyecto suponía «todo un reto arquitectónico» debido a las características del terreno. Sobre todo, porque era un espacio urbano consolidado, lo que crea un desafío para desviar el tráfico durante los 12 meses que se prevé que dure la obra.
Además, la construcción de los cuatro nuevos carriles resulta compleja, ya que los técnicos deben hilar muy fino porque junto a los límites laterales del paso inferior se ubicarán los cimientos de la rotonda, que quedará elevada por encima del paso. Para la obra, utilizarán 20.000 metros cúbicos de hormigón y dos millones de kilos de acero, además de una inversión 23 millones de euros para intentar mejorar la fluidez del tráfico y reducir la concentración de accidentes de un tramo de carretera que ha registrado 70 en los últimos tres años.
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