Muerte digna

Casi 6.500 aragoneses han activado sus voluntades anticipadas desde 2019

El 62,5% de los testamentos vitales corresponden a mujeres y la media de edad roza los 65 años

En dos décadas se han registrado 15.213 solicitudes

Una aragonesa rellena el documento de voluntades anticipadas.

Una aragonesa rellena el documento de voluntades anticipadas. / EL PERIÓDICO

Eva García

Eva García

De los 15.213 aragoneses que han presentado su testamento vital desde que se abrió la posibilidad, 6.451 lo han hecho en los últimos cinco años. Este documento recoge las decisiones expresadas por una persona mayor de edad, tomadas de forma reflexiva, libre y responsable, sobre los tratamientos médicos y cuidados de salud o, una vez llegado el fallecimiento, sobre el destino de su cuerpo o de los órganos del mismo.

El año 2023 es, del último lustro, en el que más se han recogido, con un total de 2.050; y el que menos, por la pandemia, en 2020, con 682. El resto han superado los mil pero quedado lejos de las cifras del pasado curso, quizá porque antes solo se podía presentar en el Departamento de Sanidad.

La media de edad de los firmantes del documento roza los 65 años y son más las mujeres que se animan, según fuentes del departamento; ya que superan el 62,5% y además son más jóvenes. En cuanto al origen, el 96% tienen la nacionalidad española y el 81,5% reside en el entorno urbano y el 18,5% en el mundo rural. También se diferencia el modo de la presentación del documento, ya que solo el 17,16% lo hacen por acta notarial; mientras que el resto con la firma de dos testigos.

Este documento de voluntades anticipadas sirve para expresar las instrucciones previas que manifiestan la voluntad actual a una serie de criterios ligados al proceso de morir con dignidad, relacionados con unos supuestos como pueden ser, según reza el documento, la posibilidad del declarante de comunicarse y relacionarse con otras personas o «el hecho de no sufrir dolor importante ya sea físico, psíquico o espiritual». Pero también se expresa la posibilidad de mantener una independencia funcional suficiente que le permita ser autónomo para las actividades propias de la vida diaria; y el «no prolongar la vida por sí misma, cuando la situación sea irreversible».

Ante estas situaciones, prácticamente el 100% muestra su deseo a recibir cuidados y tratamientos y solo el 8% rechaza las transfusiones de sangre. En cuanto a la donación de órganos, el 62% da su consentimiento explícito, mientras que lo niega el 17%; y algo más del 13,5 destina su cuerpo la a ciencia.

Otras opciones

También se pregunta por la voluntad de acogerse a la eutanasia, solo en el caso de una enfermedad terminal o un dolor crónico incapacitante. Optan por ella el 54,1% de los firmantes, con una media de edad de 65,3 años.

Desde la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), Consuelo Miqueo, reconoce que este documento «nos gusta mucho porque describe muy bien la situación» donde la persona puede escribir «lo que realmente importa», a no recibir cuidados paliativos o a no recibir un soporte vital cuando «no hay expectativos para la vida». El texto tuvo que modificarse cuando se aprobó la ley de eutanasia para incluir esta petición de ayuda para morir con arreglo a la norma «en el caso de que no estemos en condiciones de pedirlo». Y es muy importante en el caso de enfermedades muy largas, de 20 años, si lo dejas dicho «cuando se cumplan las condiciones» para que el representante lo pida, dice.

El colectivo pide que este documento se entregue también al médico de Atención Primaria para que conste y «lo tenga presente». En estos momentos, se está debatiendo a nivel nacional si es necesario marcar unos plazos de duración de esta casilla.