Reseña

Los libros aragoneses de Domingo Buesa: Campeón de campeones

José Luis Melero y Elena Hormiga han escrito un libro sobre la trayectoria del jotero Jesús Gracia tras cumplirse 100 años de su nacimiento

En las pasadas Fiestas del Pilar se rindió homenaje al jotero Jesús Gracia.

En las pasadas Fiestas del Pilar se rindió homenaje al jotero Jesús Gracia. / ANDREEA VORNICU

Domingo Buesa

Domingo Buesa

La jota es uno de los asuntos que nos interesan especialmente a los aragoneses, sin duda porque constituye uno de los pilares de nuestra identidad y porque tiene ese poder de emocionar al corazón cuando la razón se duerme en los recuerdos más hermosos. En estos tiempos que ven abrirse nuevos escenarios de reconocimiento universal para ella, hablar de la jota se convierte en algo necesario que alcanza la categoría de obligatorio si se refiere a esas personas que, con los instrumentos, la voz o el baile, construyen la jota. Es necesario que nuestros jóvenes oigan a los grandes cantadores, asistan a representaciones de la jota bien explicadas y descubran que en sus letras está recogida toda la forma de entender el mundo que tenemos los aragoneses. Y, sobre todo, que puedan disponer de libros que en su lenguaje les acerquen a ese rico mundo que no es otro que el suyo.

Por eso, es muy gratificante el encontrarnos con el libro que hoy comentamos y que llega a nuestras manos como tercera entrega de la colección Zaurines, que yo no conocía y que hoy descubro está en manos de la competente y eficiente Guiomar Alquézar. Es un libro ilustrado por Elena Hormiga con una especial habilidad en el manejo de las grandes superficies, en la expresividad de las figuras y en el tratamiento del color que nos acompaña y facilita la lectura. Y aquí llegamos a la clave de este libro: a un magnifico texto que es obra de José Luis Melero, persona tanto de contrastado amor a los libros como de probada capacidad de compartir saberes y pasiones, con su exquisito dominio de la palabra. Les confesaré que me lo he leído de un tirón, que no pude dejar de descubrir ese relato en el que se nos presenta la gran figura de un jotero excepcional como fue Jesús Gracia, hijo de Lécera y gloria de Aragón.

En ese encuentro entre el texto y el lector entendí que la clave era la buscada ingenuidad del relato, el compartir con maestría la filosofía de un mundo tan lejano como cercano a través de los ojos de una niña de Lécera, que comienza descubriendo que existe el jotero y que concluye conociendo al hombre que dedica su vida a la jota. Como les digo, el libro propone tres tiempos bien tramados. El primero ese tiempo del descubrir a la persona, a su oficio de jotero y esa fama de la que llegan noticias al pueblo natal. Después vienen unas pocas páginas que, como si fueran un gran río que alimenta la tierra, el escritor ha empleado en hacer una acertada y medida andadura por la biografía artística de Jesús Gracia, para volver a retomar ese relato cotidiano, personal, íntimo y rico de María que ha dejado de ser una niña y estrena profesión en la que podrá conocer personalmente al protagonista de esta andadura. Y de esta tercera parte no les digo más, porque les destrozaría la curiosidad de su lectura.

Acaso solamente que, en ese camino del descubrir al conocer, irán ustedes familiarizándose con los barrios del lugar, los divertidos apodos de las casas, los sueños de sus niños, la vocación de esas maestras ejemplares de nuestra tierra, las jotas que nacen espontáneas en nuestras familias… En realidad, irán descubriendo la realidad de un pueblo del Campo de Belchite y de una cultura aragonesa a los que ustedes acabarán conociendo mejor y amando con más intensidad. Melero ha logrado lo que se proponía, que es ya una vieja constante en su notable vida literaria, porque al final lo que importa es amar a esta tierra aragonesa, que es la nuestra y que es nuestro sustento vital. Les recomiendo su lectura con tranquilidad para disfrutar de las palabras y de sus recreaciones pictóricas, de la belleza del libro. Y especialmente que no dejen de acudir al tocadiscos o al ordenador, para ponerse un fondo musical en el que la protagonista sea la voz de este jotero aragonés, grande entre los más grandes, que ya goza del justo homenaje literario que se merece. Melero ha logrado hacerlo con éxito y soltura, con aportes familiares que les invito a descubrir y con una infinita elegancia que siempre hay que agradecerle.

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