TEMPORADA DE LA SOCIEDAD FILARMÓNICA DE ZARAGOZA

Crítica de Javier Losilla de Thomas Kretzschmar Quartet: Un violinista en el gozoso tejado del jazz

Thomas Kretzschmar Quartet, en un momento de su concierto del lunes.

Thomas Kretzschmar Quartet, en un momento de su concierto del lunes. / AUDITORIO DE ZARAGOZA

Javier Losilla

Javier Losilla

Amante de las camisas floreadas y probablemente el violinista más original y emblemático del jazz, el músico francés Stephane Grappelli (París, 1908-1997) extrajo de su instrumento un lenguaje sinuosamente nuevo. Transitó todos los estilos (solo o en compañía de otras luminarias) y subió al olimpo de la fama en los años 30 del siglo XX con el grupo que creó con el guitarrista Django Reinhardt, príncipe gitano del jazz 'manouche': el Quintette du Hot Club de France. No tengo a mano mis archivos, pero creo que fue a comienzos de los años 90 cuando Grappelli actuó en Zaragoza.

El lunes, Thomas Kretzschmar, también violinista francés, pero de Nimes, nacido en 1974 y afincado en Zaragoza desde hace tres años, tributó a Grappelli, en la sala Luis Galve del Auditorio, un espléndido homenaje. En la faena le acompañaron el vigoroso pianista Humberto Ríos, la versátil contrabajista Queralt Camps y el preciso baterista Francisco Gazol. Instrumentista notable cuya técnica no ahoga la emoción de su toque, Thomas destaca por el excelente manejo de la dinámica y el toque puntilloso, tanto en los tempos moderados como en los rápidos. Por otra parte, sus diálogos con el pianista, especialmente en el bolero 'El ciego', de Armando Manzanero, fueron gozosos, así como su habilidad para llevar al terreno del violín partituras escritas para otros instrumentos.

Escrituras de Michel Petrucciani

Como habrán observado por la mencionada composición, el tributo a Grappelli no se armó solo con sus piezas. Así, entre otras, sonaron escrituras musicales del grandísimo (en proporción inversa su estatura) pianista Michel Petrucciani, con quien Stephane grabó el disco 'Flamingo'; del guitarrista Richard Galliano ('Fou rire'); del saxofonista Sonny Rollins ('Pent Up House'), y, por supuesto, de Grappelli ('Hésitation') y de este con Reinhardt (las vibrantes 'Nouages' y 'Minor Swing'). Mención especial, por su autoría, merece 'Waltz For Emil', una composición de Kretzschmar dedicada a su hijo, una hermosa pieza en la que los aires clásicos (inevitable no escuchar en el piano la herencia de los compositores franceses) se enredan con los populares.

Acertó la Sociedad Filarmónica de Zaragoza programando a Thomas Kretzschmar en su ciclo de conciertos, y respondió con creces el violinista, encaramado en el tejado del mejor jazz con acento francés.

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