ÚLTIMA ACTUACIÓN DEL MÚVER

Crítica de Javier Losilla de Marcat Dance: Una temporada en el infierno

'Averno' son cuerpos de deseo, de gozo, de fuerzas que trabajan al unísono creando una materia global más poderosa, más inquietante, más arrebatadora

'Averno', de Marcat Dance, cerró el festival Múver del Gobierno de Aragón.

'Averno', de Marcat Dance, cerró el festival Múver del Gobierno de Aragón. / MARCAT DANCE

Javier Losilla

Javier Losilla

“Así que esto es el infierno. Nunca lo hubiera creído… ¿Recordáis?: el azufre, la hoguera, la parrilla… ¡Ah! Qué broma. No hay necesidad de parrillas; el infierno son los otros”. A Jean Paul Sartre debemos esa reflexión, anotada en la obra dramática 'A puerta cerrada' (1944). Y tenía razón, pero lo que podríamos llamar paradoja ontológica nos advierte de que si el infierno son los otros también podemos ser nosotros mismos. Y eso es lo que plantea el espectáculo 'Averno', de Marcat Dance, compañía de danza fundada en 2016 por el premiado bailarín y coreógrafo Mario Bermúdez Gil y la bailarina Catherine Coury.

'Averno', con coreografía y dirección de Bermúdez, cerró el jueves en el patio del Museo de Zaragoza la última edición del Múver, festival organizado por el Gobierno de Aragón saliente y armado con propuestas de música (de la clásica a la popular) y danza, y que este año ha ofrecido un notabilísimo espectáculo de producción propia: 'Juana'. Habrá que esperar para ver por dónde van los tiros de la cultura institucional autonómica con el cambio de gobernantes, cuyo responsable más directo (el director general de una consejería que inexplicablemente reúne Presidencia, Interior y Cultura) acaba de aterrizar.

Los nueve círculos ideados por Dante

Pero a lo que vamos: aunque inspirado, más o menos, en 'El Infierno', una de la tres cánticas de la 'Divina Comedia', de Dante, 'Averno', que cuenta con la excelente y excitante música postindustrial de José Pablo Polo, no sigue los nueve círculos ideados por Dante (se organiza en siete cuadros: 'El viaje', 'La conciencia', 'La pasión y sus renuncias', 'La frontera', 'Las ansias de conocimiento y sus límites', 'La necesidad de trascender' y 'La luz al final del camino'), ni formaliza el componente religioso desplegado por Dante. Intenso, brutal, inspirador y emocionante, 'Averno' es un viaje al corazón de las pasiones, de los límites de la conciencia, de los atavismos, del origen. ¿Del corazón de las tinieblas? Música y movimiento (siete bailarines) construyen un universo perturbador al que es imposible resistirse. Un viaje en el que sus protagonistas van 'desnudándose', por el camino, soltando lastre. Pero no es un ejercicio liviano de transformación, sino una apuesta de ruptura a través del exceso; ese que, como afirmaba William Blake, conduce al palacio de la sabiduría.

'Averno' son cuerpos de deseo, de gozo, de fuerzas que trabajan al unísono creando una materia global más poderosa, más inquietante, más arrebatadora. Sin más conexión que la que comento, es imposible no ver en las composiciones grupales el eco de las gozosas coreografías de Maurice Béjar. Composiciones de un extraordinario dinamismo que se dispersan airosamente para formar agrupaciones de movimiento casi continuo y desestabilizador, echando mano a veces de repeticiones y reformulaciones. Y todo sucede casi en penumbra, que es como se manifiestan la búsqueda y la renuncia. Hacia el final, 'una cuerda de presos', es decir, una cadena de cuerpos cogidos de la mano anticipa la probable escapatoria, la inestable catarsis, en un inquietante paseo hacia la luz.

“Hay que ser absolutamente moderno”, escribió Arthur Rimbaud en el poema en prosa Una temporada en el infierno. La modernidad de Marcat Dance procede básicamente de su rigor, de su poder liberador. El jueves, en el Museo de Zaragoza, nos sentó frente a una imagen en movimiento del 'Gran dragón rojo', de Blake; es decir, frente a nosotros mismos. ¡Qué miedo!