RESEÑA LITERARIA

Crítica de Javier Lahoz de 'Tarde, mal y nunca', de Carlos Zanón: Giro al infierno

Siempre que hay una historia bien contada y unos personajes que sobrecogen existe un alto porcentaje de garantía de pasarlo bien

El escritor Carlos Zanón, autor de 'Tarde, mal y nunca'

El escritor Carlos Zanón, autor de 'Tarde, mal y nunca' / ELISENDA PONS

Javier Lahoz

Siempre he tenido la inquietante sensación de que a muchas lecturas, a muchas películas y a muchos lugares he llegado tarde. Supongo que lo importante es haber llegado, haberlo hecho sano y salvo, y que el camino haya sido tan confortante como la meta. Incluso más, diría yo. Desde mi oficio de librero, he pasado una eternidad repitiéndome a mí mismo que ya iba siendo hora de leer a Carlos Zanón, como si se tratara de una de esas asignaturas pendientes que uno lleva colgando curso tras curso. Enmendé el error recientemente, cuando el autor se atrevió a mostrar, sin ningún pudor, cien formas de romper un glaciar, quizás un paso más allá para quienes han roto el hielo con éxito en numerosas ocasiones. La variedad de temas alcanza la centena. Cien artículos, cien momentos, cien reflexiones y cien miradas que me obligaron a entrar en su universo a empujones, como si en cada una de sus frases se cocinara una embestida ante la que es inevitable una reacción, bien sacando la cabeza y manteniendo mis ojos fijos y atentos a lo que viene, bien ocultando el pudor que de repente me obliga a sentirme pequeño.

Ahora me he lanzado a por sus novelas negras, y he empezado por 'Tarde, mal y nunca', reeditada por Salamandra junto con otros títulos de la serie. Lo he pasado realmente bien a pesar de la crudeza que se asoma por sus páginas. Al fin y al cabo, tengo la certeza absoluta de que siempre que hay una historia bien contada y unos personajes que sobrecogen existe un alto porcentaje de garantía de pasarlo bien. Ahí radica el juego literario, la complicidad con quien se encuentra al otro lado. Y una vez entrando en materia, y sin ánimo de desvelar ni destripar nada, huelga decir que desde el primer momento se adivina que nadie va a poder escapar del escenario de sordidez y violencia en el que se enmarcan dichos personajes, seres desesperados para los que no existe más mundo que el que les apesta delante de sus narices. Sus diálogos les definen, así como sus arrebatos y su falta de arrestos. Atrapados en círculos viciosos de los que parece imposible liberarse, las pasiones se desatan y lo que podría ser un triángulo amoroso que sabe a repetición, es un clásico que sabe a novedad. Hay quien no consigue mirar a quien tiene delante sin que le delate el deseo, y quien carece de delicadeza para expresar lo que siente.

Emociones desasosegantes

Y así, sin mayores complejidades, se va enredando la cosa, que anuncia un final lleno de emociones desasosegantes. Pero con la habilidad de evitar las tramas enrevesadas y los giros forzados. La carta de presentación consiste en un arranque potente, un detonante para el que existen antecedentes que poco a poco se van descubriendo y que ayudarán a avanzar. Es un barrio habitado por la desesperanza y por la incomunicación. Demasiadas personas que tienen que aprender a convivir en un contexto que les es hostil y en el que ellas mismas, en su mayoría, actúan con hostilidad. Y eso se transmite con un lenguaje rudo, poderoso y desafiante. Un lenguaje que tumba al que tiene delante. Cada capítulo, cortos y vertiginosos, es una especie de panorámica de una selva indómita en su máximo esplendor, porque no es extraño que quien sea abandonado a su suerte será incapaz de encontrar la salida. Ni siquiera sirve aquello de mirar el cielo e interpretar la alineación de las estrellas. Una selva de verdad seguramente tendrá más recovecos en los que apoyarse y descansar, en los que pensar cómo salir de determinados entuertos. Aquí la realidad es la que es: en un descampado no caben el refugio ni la huída.

Hay que reconocer a los buenos narradores, contadores de historias que se convierten en imágenes condenadas a permanecer. Aplaudo las puestas en escena en las que parece que los que nunca hemos estado ahí, no sabemos de repente cómo salir. Pero no por ello dejamos de mirar y de querer saber. Esta es una novela que comienza con una atrocidad y no deja de ir a más, haciendo sitio a un perdedor detrás de otro, como si nunca se acabaran las cuentas pendientes con la vida. Hay quien calla y otorga y quien se niega a aceptar la evidencia. Y con sigilo se avanza hacia el abismo, un final que no deja de mantener en vilo a cualquier ser humano que se precie de serlo. He llegado tarde al trabajo de un escritor premiado, consagrado, aplaudido y traducido a numerosos idiomas, lo sé, pero mejor así que hacerlo mal y nunca, como reza este título que puede ser una buena manera de introducirse en la obra de Carlos Zanón, y empezar a acompañarle por esa Barcelona negra que incluso tiene su propio festival literario. 

‘TARDE, MAL Y NUNCA’

Carlos Zanón

Salamandra Bolsillo

Suscríbete para seguir leyendo