Concierto en Zaragoza

La crítica de Javier Losilla: Mayte Martín, vestida de mar

La cantaora llegó el sábado al Auditorio de Zaragoza con un puñado de piezas ajenas recogidas, gran parte de ellas, en su nuevo disco, 'Tatuajes'

Mayte Martín, el sábado en la sala Mozart.

Mayte Martín, el sábado en la sala Mozart. / Auditorio de Zaragoza

Javier Losilla

Javier Losilla

"El pensamiento más profundo canta", escribió José Bergamín. Y Mayte Martín, tiene el pensamiento cargado de hondura, de sensibilidad, de emoción. Cantaora de soledades y cantora de huellas que en su piel han sido y son, Mayte llegó el sábado al Auditorio de Zaragoza con un puñado de piezas ajenas recogidas, gran parte de ellas, en Tatuajes, su disco más reciente, donde no interviene lo flamenco (no es la primera vez que aborda otros ámbitos sonoros) sino la canción misma, independientemente del formato con el que se la construya.

Diríase, al estar acompañada por piano (Nelsa Baró), contrabajo (Guillermo Prats) y batería (Vicens Soler) que se trata de un repertorio escorado hacia el jazz, pero no; tal vez Eu se que voi te amar, la muy conocida composición de Vinicious y Jobim, mostrase más abiertamente esos acentos, pero el resto del repertorio no tiene más taxonomía que la propia. Mayte, lo deja claro: no quiere reinventar nada, ni dejar su impronta en estas obras; "solo es un gesto de respeto y agradecimiento".

Y así es; mejor: así sería si no fuese porque su voz, vestida de mar, como Alfonsina, enredada en el viento de nuestro gozo, ya deja en esas canciones el surco indeleble de su arte. Mayte no puede cantar algo sin que ese algo se transforme, adquiera un brillo diferente al que originalmente tenía. Así que esas tuvimos el sábado, tatuados con la tinta indeleble del amor y el deseo. Creo, no obstante, que no todo el repertorio sonó con la misma intensidad, pero no por falta de intención, sino por lo contrario. Me explico: cuando Mayte se recogía demasiado en la intimidad, alterando la dinámica de las canciones, notamos que faltaba ese brío, ese empuje que su voz puede dar y la interpretación exige; pero cuando decidía salir de esa contemplación y transitar más libre por las canción, entonces...entonces temblaba el misterio que encierra cada palabra, cada nota, cada grave, cada agudo.

En ese recogimiento recogido entraron títulos como Gracias a la vida, Lucía, te recuerdo Amanda, Procuro olvidarte, En la imaginación Y en el capítulos de las dinámicas sinuosas, Zamba para no morir, Amore mio, Ne me quitte pas (más lírica que desgarradora), El breve espacio en que no estás, A que no te vas, Lía (todo un paradigma), Porque vas a venir y la copla La bien pagá.

Sobre la epidermis y las cuerdas vocales de Mayte Martín están tatuadas las huellas de la canción; de todas las canciones, sin distinción de estilos, unidas por el único que las diferencia: el de ella. 

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