Aragón, Monzón y la Guerra de los Segadores

El 4 de diciembre del año 1643 las tropas de la Monarquía Hispánica retomaron el castillo de Monzón, conquistado por tropas francesas y catalanas un año antes

Felipe IV en Fraga, pintado por Diego Velázquez.

Felipe IV en Fraga, pintado por Diego Velázquez. / SERGIO Martínez Gil HISTORIADOR Y CO-DIRECTOR DE HISTORIA DE ARAGÓN

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

El año 1640 fue sin duda un annus horribilis para la Monarquía Hispánica y para el rey Felipe III de Aragón (Felipe IV en Castilla). Cuando subió al trono en el año 1621 heredó de su padre algunos conflictos internacionales como la Guerra de los Treinta Años, a las que se fueron sumando otras guerras, especialmente la que enfrentó al Imperio con la Francia de Luis XIII y el cardenal Richelieu. Los primeros años fueron de algunas grandes victorias y de hecho la entrada de Francia en el conflicto correspondió a la amenaza que veían los franceses de una Monarquía Hispánica a punto de salir una vez más triunfante en Europa, apuntalando su predominio en el continente europeo y su papel como primera potencia mundial.

Pero con la entrada de Francia en el conflicto se abrieron nuevos frentes bélicos y las guerras continuaron, algo que estaba provocando una importantísima crisis tanto en las arcas reales como en la propia población, cada vez más empobrecida y sometida a una creciente presión. En esas circunstancias, en la década de 1640 se produjeron una serie de rebeliones contra el monarca, como la que intentó el duque de Medina Sidonia en Andalucía, también hubo una rebelión en el reino de Nápoles, e incluso en el año 1648 el duque consorte de Híjar, Rodrigo de Silva Mendoza y Sarmiento, orquestó un complot con el que se convertiría en rey de Aragón con el apoyo de Francia, aunque fue delatado y acabó sus días encarcelado.

Pero sin duda las dos rebeliones que marcaron los años e incluso décadas siguientes fueron las del Principado de Cataluña y las del reino de Portugal. Este último había quedado unido a la Monarquía Hispánica cuando Felipe II de Habsburgo reclamó los derechos de sangre que ostentaba sobre el trono portugués, haciendo realidad la unión ibérica. Pero durante esas constantes y costosas guerras, los intereses portugueses se estaban viendo muy comprometidos y finalmente su nobleza decidió rebelarse y coronar a su propio monarca. A pesar de varios intentos de recuperar el dominio sobre Portugal, esto nunca se logró y se acabaría reconociendo su independencia.

La otra gran amenaza fue la rebelión catalana iniciada también en el año 1640, provocada principalmente por los constantes abusos por parte de los soldados que estaban acantonados en el norte de Gerona para defender esa zona de los ataques franceses. Buena parte de los soldados eran alojados en casas particulares siendo la propia población civil la que costeaba su mantenimiento. En época de crisis y a lo que hay que sumar las requisiciones de las cosechas para alimentar a las tropas, abusos inherentes a situaciones de guerra, etc., provocó el hartazgo de la población y la marcha sobre Barcelona de muchos de esos campesinos. De ahí que a esta rebelión se le acabara llamando como Guerra de los Segadores, en la cual tiene su origen el actual himno catalán.

La revuelta llegó a Barcelona donde incluso fue asesinado el mismísimo virrey y la situación se volvió prácticamente incontrolable. Ahí es donde llegó el apoyo de Francia, que vio una gran oportunidad de hacer un enorme daño a su mayor enemiga y además en su propio terreno, de modo que acabó convenciendo a las autoridades catalanas de nombrar a Luis XIII de Borbón como conde de Barcelona en detrimento de Felipe IV de Habsburgo. Un importante ejército francés hizo su entrada en tierras catalanas, aunque su mantenimiento acabó siendo mucho más costoso para los catalanes de lo que lo habían sido los tercios de la Monarquía Hispánica. La rebelión produjo además que el reino de Aragón se convirtiera en el nuevo frente de guerra y se viera directamente amenazado. De hecho, en junio del año 1642 un ejército formado por franceses y catalanes consiguió tomar Monzón y su estratégico castillo, provocando una gran alarma en el reino aragonés y la casi práctica destrucción de la localidad oscense. En octubre de ese mismo año el propio Felipe IV encabezaba un ejército para recuperar la ciudad, pero acabó siendo derrotado por Philippe de La Motte, virrey francés en Cataluña. No fue hasta la campaña lanzada a finales de 1643 cuando el general Felipe da Silva consiguió por fin recuperar el castillo de Monzón, rindiéndolo el 4 de diciembre.

Con esta victoria se pusieron las bases de la llamada Jornada de Aragón, una gran campaña militar organizada para el año siguiente y que supuso también la recuperación de Lérida. Fruto de dicha campaña fue la presencia del rey en Fraga donde el gran Diego Velázquez pintó un maravilloso lienzo del monarca en apenas tres sesiones y que se puede ver hoy en día en la Colección Frick de Nueva York.

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