Entrevista | Ricardo Álvarez Domínguez Premio del Día del Cooperante en Aragón

"Sigo tocando las narices a las instituciones"

El 8 de septiembre es el Día Internacional del Cooperante, un homenaje a quienes se dedican a esta labor

Para esta fecha, las oenegés de la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) han creado un premio

Álvarez, un histórico de la solidaridad internacional en Aragón, es la primera persona en recibir el galardón

FOTO DE ENTREVISTA A RICARDO ALVAREZ PRIMERO PREMIO DEL DIA DEL COOPERANTE EN ARAGON

FOTO DE ENTREVISTA A RICARDO ALVAREZ PRIMERO PREMIO DEL DIA DEL COOPERANTE EN ARAGON / Andreea Vornicu

M.G.C.

La Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) le ha otorgado el primer Premio del Día del Cooperante. ¿Qué tal sienta el reconocimiento y cómo ve esta celebración?

Lo primero que pensé cuando me lo comunicaron es que se habían equivocado. Muchas personas se lo merecen mucho más que yo. Pero claro que hace ilusión y lo agradeces. ¿Cómo no? Los cooperantes merecen un reconocimiento público de su labor. Pero casi más importante es que se dedique un día al hecho de la cooperación que, evidentemente, se canaliza a través de cooperantes, y es necesario reconocerla, porque casi nunca sale en los medios. El otro día leía en un diario de la ciudad los nueve grandes retos que tiene el Gobierno de Aragón, y la cooperación no figuraba por ningún lado.

Antes de la solidaridad internacional, usted practicó una mucho más cercana, la vecinal. ¿Qué supuso fundar y liderar la Asociación de Vecinos de Torrero en plena dictadura?

Nos acogimos a una ley de los años 60, de asociaciones de cabezas de familia, para fundarla. Eran prácticamente organizaciones del Movimiento, y no supuso ningún problema. Estos aparecían después, y de hecho varias asociaciones de la ciudad llegaron a ser clausuradas temporalmente. En el tardofranquismo no había reconocimiento de los partidos políticos, pero en aquella época surgieron nuevos, sobre todo de corte comunista maoísta, y mucha gente se empezó a afiliar. Donde podían difundir sus ideas era en las entidades sociales y, o lo hacían en clubes juveniles, o al amparo de la Iglesia católica, o en las recién creadas asociaciones vecinales, que por debajo tenían una fuerte carga política.

Pese a la represión, ¿consiguieron mejorar la vida de los vecinos de Torrero?

Sí, conseguimos el desarrollo del plan parcial y la urbanización completa del barrio, limpiamos los pinares de basuras... Otra de las grandes peleas fueron los servicios educativos. Conseguimos la guardería, colegios de primaria y el instituto, pero no logramos un centro de formación profesional. Y se abrió el primer consultorio médico en el barrio.

Presidió la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza y ha seguido vinculado al movimiento vecinal en la Plataforma Solidaria de Torrero. ¿Ha volcado esta experiencia en la solidaridad internacional?

En el ejercicio de la solidaridad internacional, tenemos claro que no se puede evadir la cuestión de los de aquí. Se trata de los derechos de todos. Cuando cooperamos fuera, las oenegés nos implicamos en el territorio en que estamos. Pero a la vez reclamamos que el 99,3% de los presupuestos públicos se dedique a las auténticas necesidades de la gente menos afortunada de aquí.

Y el 0,7% restante para cooperación internacional. ¿Fue esa una de las luchas de Acción Solidaria Aragonesa (ASA), oenegé de la que usted fue miembro fundador en los 80?

Sí. Hubo una gran movilización con las acampadas por el 0,7%, que tuvo una repercusión muy amplia. El paseo Constitución se llenó de tiendas hasta Cesáreo Alierta. Yo dormí allí más de una noche, en la tienda que montó la asociación de vecinos. Aquello supuso una gran toma de conciencia. Pero yo siempre insisto en que la acción de la cooperación, que se basa en la ejecución de proyectos, no deja de ser una especie de ayuda de emergencia. Atendemos situaciones particulares de comunidades concretas, pero eso no va a arreglar la desigualdad del planeta. Lo que hace falta son medidas de tipo estructural. Estas otras son necesarias, sobre todo porque levantan la conciencia de esa necesidad. Pero, si solo nos dedicásemos a eso, si tapásemos esa otra realidad, estaríamos haciendo el juego al sistema.

Cuando fundaron ASA, ¿era muy distinto el panorama de la cooperación internacional en Aragón?

Sí, había muchas menos oenegés. Alguna de las grandes tenía delegación en Aragón, y poco más. Pero ahora hay más de 50 en la FAS y casi otras tantas fuera de la federación. Eso ha crecido muchísimo.

¿Había apoyo institucional a la cooperación?

Ninguna Administración aragonesa tenía un programa de cooperación en los años 80. ASA estuvo mucho tiempo concentrándose un día al mes delante del ayuntamiento para pedirlo. Pero este no llegaría hasta los años 90.

Después llegó a presidir la FAS. ¿Cuál fue el mayor avance en su etapa y qué quedó por conseguir?

En aquella época se empezaron a fraguar los pactos por la cooperación. El primero en firmarlo fue el Ayuntamiento de Zaragoza, y luego lo harían el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Teruel. Pero se me quedaron dos espinitas clavadas. No hubo manera de hacer entrar al Ayuntamiento de Huesca, y tampoco hubo manera de que se cumpliese lo firmado.

Fue el primer director de la Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza, en el año 2008. ¿Qué supuso la entrada de la solidaridad internacional en el ámbito académico?

Yo era profesor en la Escuela de Ingeniería Técnica. En el año 2000, se me pidió que dirigiera un curso de estudios de desarrollo, que en realidad era una asignatura. La FAS instó durante años al Gobierno de Aragón para que ampliase la aportación de la universidad, y por fin el año 2008 se convencieron de que merecía la pena y se firmó el convenio a tres bandas (DGA, FAS y universidad) que supuso la creación de la Cátedra de Cooperación. Esto elevó considerablemente el nivel académico de esos estudios, hasta llegar a ofrecer un máster. En el plano académico, tanto de docencia como de investigación, la cátedra está logrando sus fines. Y en el de la divulgación, hacemos lo que podemos. Cada año organizamos una semana de la cooperación, conferencias, exposiciones, editamos la Revista Iberoamericana de Estudios de Desarrollo…

¿Sigue hoy vinculado al mundo de la cooperación internacional?

Por supuesto, no quiero interpretar el premio como que me echen (ríe)… Sigo en el consejo asesor de la cátedra, en representación de la FAS, hago labores de sensibilización, estoy en el grupo de trabajo de la FAS que elabora el informe anual de la cooperación aragonesa, y sigo tocando las narices a las instituciones para que lleven unas políticas un poquito más adecuadas.