QUINTA DE FERIA : CORRIDA DE TOROS

Feria del Pilar: Los Maños, patrimonio del orgullo aragonés

Vuelta al ruedo al toro Jardinero al que José Garrido le corta una oreja mientras naufraga Juan Leal y David Galván se hace casi invisible

El toro Jardinero 11/8 de Los Maños  es aclamado por el público durante la vuelta al ruedo.

El toro Jardinero 11/8 de Los Maños es aclamado por el público durante la vuelta al ruedo. / Jaime Galindo

Carmelo Moya

Carmelo Moya

La corrida de toros celebrada ayer en la plaza de Zaragoza supone un antes y un después en la historia no solo de Aragón sino que, por su repercusión, tiene una proyección a todo el planeta de los toros.

La Misericordia fue ayer el trampolín definitivo de una ganadería que ya se ha constituido en patrimonio de todos los aragoneses. Un orgullo que se siente como propio y que arrastra allá donde lidia a un buen número de seguidores. Porque a casi la mitad de los espectadores de ayer (entre los que se contarían algunos de los más de mil alcaldes de la provincia y acompañantes que ayer eran invitados), los llevaron los toros de Luesia. Y con razón.

La singularidad tan definida con que la familia Marcuello ha delineado su tipo de toro lo hace perfectamente identificable por fuera y también en cuanto a comportamiento.

Ya es por todos asumido que hay que mirarlos con otros ojos en el reconocimiento previo. Que su procedencia genética tiene unos límites en cuanto a volumen y tamaño. Que sus encornaduras no son extraordinariamente desarrolladas y que más allá de los 500 kilos no es un peso habitual ni recomendable.

Pero esos incondicionales también piden rigor a cambio, poner sus normas: ver al toro de largo en el caballo como si fuera una corrida concurso, por ejemplo.

Por eso el compromiso de ayer significaba ir un paso más allá en la apuesta. Era la presentación de la ganadería en Zaragoza con una corrida de toros. Palabras mayores pues hasta ahora, en novilladas se había ganado un prestigio (recuérdese el indulto de Quejoso por el novillero Varea). Un decir.

En ese aspecto a la corrida se le exigió mucho y respondió en mayor o menor medida. Las ovaciones cuando el toro se arrancaba de largo eran resonantes, rotundas.

Todo giraba en torno al toro, su escrutinio y dictamen final. En el caso de Jardinero, no hubo dudas.

Obedeció al prototipo de toro de Los Maños: entrepelado, recortadito de carnes, reunido y poco aspaventoso aunque astifino.

Y HOY ¿QUÉ?

Como alguna de las tardes de lo que llevamos de feria, el trasiego de animales en los corrales es moneda común. Para la corrida de hoy estaba prevista la ganadería de Vellosino que ha tenido muchos problemas para superar el reconocimiento previo y que ayer había sido descartada, en principio, en su totalidad. Para reemplazarla se ha traído un encierro del hierro de El Risco que no tendría impedimentos para ser lidiado. Su procedencia es Aldeanueva (Matías Bernardos ‘El Raboso’) y los encargados de lidiarla son los diestros Alberto López Simón, Álvaro Lorenzo y Alejandro Marcos. El festejo comenzará a las 17.30 horas.

Cuando José Garrido lo lanceó a la verónica ya descubrió un pitón izquierdo de escándalo.

Su lidia fue muy ordenada bajo el liderazgo del subalterno Fernando del Toro en el tercio de banderillas. Economía de telas, buena colocación y gran efectividad.

Ya frente a la muleta el toro estaba permanentemente en estado de batalla. Acudía a los cites pronto y alegre, con el hocico arando la arena, humilladísimo...

Garrido junó la generosidad del toro por la izquierda y allá que le puso lo rojo. El toro de deslizaba como por raíles pero no de tontorrón sino con una entrega casi bélica. Y el torero lo gozó y nos regaló momentos de gran belleza.

Era el instante preciso de buscar la estocada que, aunque entera, resultó algo trasera.

La faena, al fin, era no de cuantificarla contablemente. Los muletazos quedaron, la bravura del toro estaba ya inmortalizada y a la presidenta Chaves le tocó medir la trascendencia de la labor del torero. Decir quién puso más.

Y balanceó hacia el toro concediendo solo una oreja. Co-rrec-to.

También cortó la oreja Garrido al último tras una faena de menor intensidad, menos visceral, más de músculo que de alma.

Contribuyó a ello un cómputo global acumulativo: el saludo a la verónica, el quite por delantales y un muleteo menos trascendente pero muy digno por usual y suficiente que, como pasa tantas veces tuvo en la estocada efectiva (caiga donde caiga en esta plaza, ¡dios!) el detonante para ver aparecer el moquero.

En los antípodas de aquello estuvo el francés Juan Leal. Torpón casi siempre, tropezado en demasía (le partió un capote un toro, rasgada la muleta, también) estuvo ciertamente mal hasta el punto de ser pitado, algo que aquí ya empieza a ser excepcional. O sea.

David Galván dejó escaso rastro de su segunda tarde en Zaragoza. Más empleado en componer la figura que en hallar un nivel de compromiso aceptable, aquello se diluyó en un mar de vulgaridad intrascendente.

Ah, la corrida era goyesca. O sea que iban vestidos de máscaras de Cornejo y Peris. Y tal. 

LA FICHA DEL FESTEJO

TOROS DE

Los Maños. Al tercero se le dio la vuelta al ruedo.

DAVID GALVÁN

Vuelta al ruedo y silencio.

JUAN LEAL

Silencio y pitos.

JOSÉ GARRIDO

Oreja en cada uno de sus toros.

ENTRADA

Más de media. 

Presidió Carolina Chaves, bien negando la segunda oreja a Garrido en el tercero y a David Galván en el cuarto.

Destacó Fernando del Toro lidiando al tercero y saludó Marco Leal tras parear al segundo.

Corrida de la Prensa. Goyesca.

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