La opinión de Sergio Pérez

El zaragocismo de Cristian y otro suplente para Cristian

A pesar de no haber nacido aquí, a pesar de que su sentimiento no es nativo sino adquirido, Cristian Álvarez es, efectivamente, un zaragocista más

Cristian Álvarez, en los ejercicios de calentamiento previos al encuentro de Eibar.

Cristian Álvarez, en los ejercicios de calentamiento previos al encuentro de Eibar. / CARLOS GIL-ROIG

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Lo habrán visto con seguridad y, si no lo han hecho, siempre están a tiempo. Al final del partido contra el Eibar, que dejó un punto en el casillero del Real Zaragoza y dos perdidos en la mochila de la frustración por lo que pudo ser y no fue, los jugadores se acercaron a uno de los fondos de Ipurua para agradecer el apoyo de los centenares de aficionados desplazados hasta allí. Al lado de Giuliano Simeone y de Francho, con el brazalete de capitán a la vista en vísperas del Día de Aragón, Cristian Álvarez se fundió con la grada desde el césped sumándose a los cánticos con los brazos en alto.

“Uno de los nuestros. Siempre”, fue el texto que utilizó el Real Zaragoza en sus redes sociales acompañando al vídeo. A pesar de no haber nacido aquí, a pesar de que su sentimiento no es nativo sino adquirido, Cristian Álvarez es, efectivamente, un zaragocista más. A lo largo de estas seis temporadas debajo de la Puerta del Carmen, el argentino ha cultivado esta pasión que le ha calado hasta los huesos. Desde hace ya mucho tiempo, cuando ha tenido oportunidad, el portero ha verbalizado lo que siente y cómo lo siente. Su corazón es blanquillo.

Después de renovar en octubre hasta junio de 2024, el arquero cumplirá en la próxima Liga su séptima campaña en La Romareda cuando va camino de los 38 años, una longevidad que nunca fue sacrílega para un guardameta y tampoco ahora, en la edad de oro de la preparación y el cuidado físico, para un jugador de campo que haya sido un profesional adecuado y tratado su cuerpo con el mimo debido.

En la planificación de la próxima temporada, una de las posiciones que el Real Zaragoza tiene perfectamente cubierta en el once titular es la de Cristian. El desgaste no ha mermado su rendimiento, que sigue siendo constante, de un nivel notable con regularidad, con algunas fechas y momentos sobresalientes. Su agilidad en la línea de gol continúa siendo alta, sus reflejos todavía jóvenes y su colocación, estupenda. Transmite bajo palos la misma calma de siempre, esa paz tan suya. Hasta ha mejorado el juego con los pies. Por arriba, en los balones colgados es donde más sufre y, como no puede ser de otra manera en un portero, también se le recuerdan errores. No está a aquel nivel excelso y casi sobrenatural de varias de sus campañas aquí pero sí a una altura realmente buena.

El Real Zaragoza 23-24 tiene bajo palos un zaragocista de corazón en nómina, pero sobre todo cuenta con un gran guardameta. Un futbolista de garantías que, sin embargo, necesita un competidor mejor que el que ha tenido a lo largo de estos años. Fundamentalmente por tres razones: como un ejercicio de responsabilidad societaria y de previsión ante cualquier eventualidad por la veteranía del propietario de la titularidad, porque un proyecto de ascenso precisa de las mejores piezas en cualquiera de las posiciones de la plantilla y porque de la presencia de un compañero-rival de más categoría deportiva también se beneficiará el propio Cristian.