La opinión de Sergio Pérez

Las quinielas de Mas y Escribá y las trampas de la Segunda División

Fran Escribá aseguró en una entrevista con este diario que no firmaba el playoff. El presidente Jorge Mas fue más comedido. En horas altas y en horas bajas, como las que atraviesa ahora, el Real Zaragoza va a ser uno de los candidatos finales al ascenso. El premio se reserva solo para tres equipos y en esta categoría llena de trampas hay ocho o nueve con armas para lograrlo. El desafío es salvar estos periodos de depresión y, al final, ser uno de los tres mejores

Escribá se dirige a sus jugadores desde la banda con Lecoeuche a su lado.

Escribá se dirige a sus jugadores desde la banda con Lecoeuche a su lado. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Fiel a la idiosincrasia de la categoría, tan voluble, el Real Zaragoza ha vivido ya varios estados de ánimo en los dos primeros meses y medio del campeonato. El optimismo desatado del arranque, la clásica melancolía otoñal de la plaza con una racha de peores resultados, algún hilo de esperanza puntual, frustraciones de último minuto y, ahora, de nuevo, la preocupación por la caída del equipo en la clasificación. Superado el primer cuarto de la Liga, el Zaragoza ha tenido ya de todo y con muchos altibajos: a veces ha parecido que podía con cualquiera y de cualquier modo y otras que no podía con nada. Más arriba o más abajo, siempre ha estado en la parte alta de la tabla.

Al respecto de las expectativas para esta temporada quien más contundente y ambicioso se ha mostrado ha sido Fran Escribá, que en septiembre en una entrevista con este diario aseguró que no firmaba el playoff. Algo más comedido fue Jorge Mas. El presidente asumió el sueño del ascenso de la ciudad aunque pareció circunscribirlo a una vía secundaria: “Vamos a estar muy bien posicionados a final de año para estar en el playoff y a ver si podemos subir”, dijo.

Quinielas hay tantas como aficionados y, seguramente, tantas como momentos. Son cambiantes. Todas las voces autorizadas del Real Zaragoza, con el presidente y el técnico a la cabeza, han dirigido su discurso este año en la misma dirección, unos de manera más alegre y otros con más prudencia. El destino es la Primera División.

Esta vez, la plantilla cuenta con más argumentos futbolísticos que en cursos recientes. Hay más calidad, mejores jugadores y perfiles más variados. El equipo tiene virtudes claras y defectos a la vista. Con todo, con lo bueno y con lo malo, en horas altas como las del inicio de Liga y en bajas como las corrientes (el partido contra el Eibar dejó cinco minutos de eficacia máxima en la primera parte, quince notables de inicio en la Segunda y una estresante caída en picado de ahí en adelante), sigue siendo uno de los aspirantes al ascenso.

Estos primeros dos meses de competición han mostrado con nitidez el semblante real de la categoría: como el Zaragoza hay otros siete u ocho equipos con armas suficientes para conseguir el premio final. De ellos, solo tres lo conseguirán. El resto penará. Fácil aquí no es nada. Esa es la complejidad de la empresa y su belleza, que el Zaragoza se imponga en la batalla, supere estos periodos de depresión, gane este desafío y sea uno de los que celebre en junio por el camino que sea, por el que pronosticó Escribá o por el que señaló Mas.