La opinión de Sergio Pérez

El Moët & Chandon de Víctor Fernández y la gaseosa de los delanteros del Real Zaragoza

A lo largo de la semana, Víctor Fernández habló de lo que iba a proponer en su vuelta al banquillo: fútbol ofensivo, de ataque y con el balón. Su idea clásica. El técnico debutó con una derrota ante un Espanyol pobre por la falta de calidad en tres cuartos y en la definición. Aquí gusta el Moët & Chandon que propone Fernández, pero los delanteros de su equipo este año están 'esbafados' como la gaseosa.

Víctor Fernández, al saltar al césped en su vuelta a La Romareda.

Víctor Fernández, al saltar al césped en su vuelta a La Romareda. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Desde que el martes pasado se sentó por primera vez en una rueda de prensa para iniciar su cuarta etapa en el banquillo y en la posterior del viernes, en la previa del partido ya en la Ciudad Deportiva con el chándal, el mono de trabajo, Víctor Fernández proclamó a los cuatro vientos cuál iba a ser su propuesta de juego en su regreso al Real Zaragoza.

Fútbol ofensivo, valiente, construido alrededor de la pelota, buscando constantes llegadas y nada cagón, que es lo que estaba siendo el equipo en la etapa previa a su fichaje. En definitiva, un juego reconocible con el estilo con el que el entrenador aragonés hizo fortuna en los años 90 y tocó la gloria estética y de los títulos en la ciudad. La afición respondió en masa y colgó el 'no hay billetes'.

En su estreno ordenó al equipo con una línea de cuatro atrás con una anomalía. Mouriño, un central, jugó de lateral derecho y Gámez y Zedadka fueron suplentes. Por ahí se coló el Espanyol en la primera parte en un par de ocasiones en varios desajustes tácticos del uruguayo, que tiró hacia su espacio natural y desguarneció el costado. Una de ellas fue el gol de Puado tras un excelente centro de Brian Oliván. De ahí en adelante apostó por Moya y Francho en la construcción, Bakis en punta con Mollejo, Mesa y Valera por detrás.

Al Zaragoza le faltó energía, fluidez, verticalidad y mucha claridad para construir acciones limpias en la primera parte, un déficit que ha arrastrado a lo largo de toda la temporada y que no sanó de repente. En la segunda, a raíz de un cabezazo de Francés a la salida de un córner que un defensa salvó casi sobre la línea, el equipo se activó y cambió su apariencia acorralando a su rival con energía. El juego se desarrolló mayoritariamente en el campo del Espanyol, que no visitó a Edgar Badía ya más y mostró las razones y los miedos por los que no ha levantado el vuelo que le correspondería por plantilla. Bakis rozó su primer gol con una media chilena, pero su disparo salió alto. El resto del encuentro estuvo torpe. Francés volvió a cabecear en ventaja llegando al segundo palo. Ninguno entró. Le cogieron la espalda en el 0-1, pero el partido del central fue estupendo. Estuvo omnipresente.

El Zaragoza achuchó, sacó córners y tuvo presencia ofensiva, aunque le faltó lo que le viene faltando durante toda la temporada: calidad en tres cuartos y en la definición. Pegada. El equipo buscó por fuera, Valera empezó muchas cosas y acabó pocas, y los delanteros tampoco atinaron. 28 goles a favor en 31 jornadas no mienten. Víctor Fernández ha vuelto a aglutinar el sentimiento zaragocista en torno a su figura. Su propuesta es la adecuada. Aquí gusta el Moet & Chandon, aunque en esta Liga sus atacantes, como bien comprobó el día de su redebut pagando las penas con una derrota, estén 'esbafados' como la gaseosa.