CRISIS DE SALUD PÚBLICA

Los expertos advierten de que el brote de Tarazona «no va a ser el último»

Apuntan que es «clave» secuenciar el protozoo para conocer su especie, lo que ayudaría a «arrojar luz» sobre el origen del foco de contaminación del río Queiles, todavía desconocido

La opción de las lluvias torrenciales como origen de la crisis sanitaria gana enteros

El brote de gastroenteritis alcanza los 468 casos y ya es uno de los más grandes documentados en Europa

Un vecino de Novallas, el pasado lunes, en el pasillo de las botellas de agua de un supermercado.

Un vecino de Novallas, el pasado lunes, en el pasillo de las botellas de agua de un supermercado. / ANDREEA VORNICU

Ana Lahoz

Ana Lahoz

El brote de gastroenteritis detectado en Tarazona es ya uno de los más grandes documentados en Europa al alcanzar los 468 afectados en 16 días de infección. La irrupción del protozoo Cryptosporidium en la vida rutinaria de los vecinos de Tarazona, Novallas, Torrellas y Los Fayos ha llegado de manera inesperada, pero no por ello va a ser un caso aislado. De hecho, los expertos advierten de que esta crisis de salud pública «no es puntual ni va a ser la última». Así lo señala a este diario Joaquín Quílez, Catedrático del área de Sanidad Animal en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza.

La situación epidemiológica "debería empezar a remitir esta semana», según Quílez. «Estaríamos ya al límite de la cifra de casos", apunta el profesor

Quílez investiga y trabaja en el laboratorio con este protozoo desde hace más de 30 años. «En los 90 desarrollé mi tesis sobre la infección por este protozoo en diversas especies animales en Aragón. Digamos que el parásito y yo nos conocemos», señala entre risas. Y añade: «Es un parásito resistente, sobre el que la cloración no tiene efectos. Es muy posible que nunca se encuentre el origen de la contaminación del río Queiles», afirma, en línea con lo comunicado el pasado lunes por el Departamento de Sanidad.

«Los ooquistes, una vez que llegan al agua bien por un origen humano o animal, siguen su curso y cuando se inicia la investigación es posible que ya no se encuentren en el origen», explica. «Estos brotes son comunes en el mundo desarrollado, sobre todo en Europa y América del Norte. En Tanzania, Tailandia o Nigeria, por ejemplo, también los habrá, pero no se investigan porque tienen otros problemas de salud pública de calado», señala Quílez.

Dos tipos de especies

Una de las «claves» para este experto pasa por genotipar el parásito. «Sería interesante caracterizar el protozoo a nivel molecular para saber a qué especie pertenece, porque eso arrojaría luz sobre su origen y su ciclo biológico», asegura. Esto significa conocer qué apellido tiene Cryptosporidium para poder acotar más la investigación.

"Es un parásito común entre algunas especies animales, especialmente entre el ganado vacuno y el ovino. De hecho, el 70% u 80% de los casos de diarrea que se dan en corderos o terneros se asocian con este protozoo", indica el catedrático Joaquín Quílez

El profesor explica que este tipo de protozoo tiene dos especies. Por un lado, está c. hominis, que «exclusivamente» tiene una transmisión de persona a persona y descarta cualquier origen animal. «Si fuera así, se confirmaría el origen humano del brote, bien por filtraciones de depuradora de aguas residuales, una rotura de tuberías o algo similar», afirma.

La segunda especie es la c. parvum, que puede tener tanto un origen humano como animal y, por tanto, esto «hace más difícil» encontrar el foco. De momento, el genotipado del protozoo causante del brote de gastroenteritis en Tarazona «se está estudiando», según confirmaron ayer a este diario fuentes del Departamento de Sanidad. Por tanto, no se tiene confirmación de cuál es su apellido.

En opinión personal de Quílez, por el origen de muchos otros brotes documentad hasta la fecha, la contaminación del río Queiles podría estar en «fenómenos climáticos» como pueden ser las lluvias torrenciales. «Son situaciones puntuales pero potentes que pueden arrastrar residuos de origen humano o animal. Es mi impresión, pero habría que comprobar si hace dos o tres semanas hubo tormentas en la zona», apostilla.

Por otro lado, Quílez también apunta a que la sequía favorece la «concentración» de este tipo de parásitos al haber menos agua en los ríos o en los embalses. «Eso incrementa el riesgo de que se produzca un brote. Es otra cuestión más a tener en cuenta», apunta.

Común en ganadería

La proliferación de este protozoo no ha pillado por sorpresa a los expertos, ya que «se convive con él» en explotaciones ganaderas. «Es un parásito común entre algunas especies animales, especialmente entre el ganado vacuno y el ovino. De hecho, el 70% u 80% de los casos de diarrea que se dan en corderos o terneros se asocian con este protozoo», cuenta.

En todo caso y a pesar de la gran cantidad de afectados que ha dejado ya el brote gastroenteritis, la situación epidemiológica «debería empezar a remitir esta semana», según Quílez. «Si hace 15 días se prohibió ya el consumo de agua en Tarazona y la población ha sido respetuosa con las recomendaciones, no debería haber más casos. Estaríamos ya al límite de la cifra de casos porque la incubación media es de una semana, aunque puede prolongarse hasta 12 o 14 días», argumenta este experto, quien también reseña que probablemente «algunos casos» no se van a notificar por no acudir al centro de salud.

En opinión personal de Quílez, por el origen de muchos otros brotes documentad hasta la fecha, la contaminación del río Queiles podría estar en «fenómenos climáticos» como pueden ser las lluvias torrenciales

Otra cuestión «importante» está en cuándo volverán a beber agua los vecinos de Tarazona, Novallas, Torrellas y Los Fayos. «Hay que ver qué metodología se usa para tener la certeza de que el agua ya no está contaminada. Es un parásito complicado y entre científicos hay una serie de métodos homologados que son suficientemente sensibles y de alta especificidad para, en función de los resultados, tomar decisiones», explicó Quílez, quien apuntó a dos opciones: el método USEPA 16/23 y el ISO 15/553. «Son técnicas muy sensibles para detectar la presencia de este género de protozoo. Ambas son similares, pero muy complejas y laboriosas, tanto que se requiere de entrenamiento del personal que las lleva a cabo», añadió.