LA SITUACIÓN HIDROLÓGICA DE LA COMUNIDAD

Los bajos niveles del Mar de Aragón golpean a la economía de Caspe

El agua no deja de bajar en el embalse de Mequinenza desde hace dos años

El sector de la pesca es el más castigado, pero avisa de un efecto dominó

El embalse de Mequinenza, que registra una bajada constante en sus niveles, se encuentra prácticamente seco.

El embalse de Mequinenza, que registra una bajada constante en sus niveles, se encuentra prácticamente seco. / EL PERIÓDICO

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

El agua escasea en el Mar de Aragón, que ya se parece más a una charca que a una enorme masa de agua. Una situación que se viene agravando desde hace un par de años, según señalan los registros, y que está cambiando el paradigma económico de la zona, que se había convertido en toda una referencia nacional en el turismo de agua y aventura.

La situación es cada vez peor y el embalse de Mequinenza registra datos «preocupantes» para el período del año en el que nos encontramos. Ayer, el nivel del embalse se encontraba a 102,42 msnm (metros sobre el nivel del mar), un metro menos de lo registrado hace tan solo diez días. Según datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro, «el embalse está al 31%, con 422 hm3. El año pasado a fecha de hoy estaba al 35% con 490hm3. La media de los últimos 5 años es del 60%, con 855 hm3».

Las consecuencias de esta débil situación del embalse de Mequinenza no se limitan al evidente impacto a la fauna y flora de la zona, así como la imagen de desertificación de una de las masas de agua más importantes de la comunidad. El golpe se extiende a las localidades más próximas, como Caspe o Chiprana, que ven cómo su paisaje más cercano no se parece en nada a lo que sus vecinos recordaban.

La propia comarca Bajo Aragón-Caspe admite la bajada del turismo: «Por supuesto que se aprecia, sobre todo en las zonas más afectadas por el descenso del agua». de hecho, son «numerosas las cancelaciones» y los negocios «que no pueden echar los botes al agua en según qué lugares».

Ese impacto en la zona lo notan los comerciantes, muchos de ellos dedicados al negocio de la pesca. Es el caso de Alessandro Mensi, de Absolut Baits. «La pérdida de agua ha hecho que deje de venir mucho turismo», señala Mensi, que indica que el perfil que más se echa en falta es el familiar: «Venían en grupos grandes, sobre todo al cámping, pero lo han dejado para que los que sigan sean los que de verdad vienen a pescar».

Es decir, que el turista lúdico empieza a mirar otros destinos en vez de Caspe. «Se anulan reservas y no quedan sitios donde dejar las barcas», reflexiona el gerente de Absolut Baits, que ha notado cómo la facturación de su negocio ha bajado «en torno a un 30%».

La misma cifra la marca Mikel de Diego, desde el mostrador de Caspe Fishing Shop, otro de los comercios dedicados a la venta y alquiler de productos relacionados con este deporte. «Ese descenso del 30% es respecto a 2022, que ya fue un mal año», comenta De Diego, que no ve mucha luz a ni a corto ni a medio plazo: «En Caspe y Chiprana es horroroso y viendo lo que está pasando en el embalse creemos que se va a seguir la misma tónica».

Los 102 metros sobre el nivel del mar que ayer registraba Mequinenza rozan el límite para que las barcas puedan salir a navegar. «Está a punto de los 101 msnm, que es cuando no se podrán usar las rampas para echar las barcas al agua», detalla este pescador aficionado, que observa cómo cada vez hay menos gente en el embalse: «Se están yendo a Italia o Francia, donde también hay sequía, pero tienen mejores instalaciones».

Crisis para todos

Los dos responsables de estas dos tiendas dedicadas al mundillo de la pesca conocen su complicada situación y advierten de que los problemas se extenderán a otros sectores alejados del agua y de este deporte en la naturaleza.

«Cada año será peor, porque el último normal ya fue antes de la pandemia», comenta Alessandro Mensi, que señala que tras la pesca «irán todos los sectores detrás». La influencia del turismo deportivo en Caspe es muy importante, tanto que para el empresario «la pesca le da a la localidad lo que es».

Para el otro gerente, el problema puede cambiar el panorama futuro de Caspe para siempre: «Nos podemos quedar a la cola en la pesca». «Después de nosotros, iremos todos en cadena», comenta De Diego, que ya ha recibido valoraciones de gente de otros negocios: «Me lo han dicho en el supermercado y en alguna carnicería, que notan que hay menos turismo y que por lo tanto venden bastante menos».

De Diego cierra su opinión culpando, en parte, a las autoridades aragonesas, que «han dejado de la mano de Dios» a los habitantes de la zona y no han intervenido todavía en ella. «La situación es terrible y nadie quiere hacer nada», concluye el vendedor.