OPINIÓN

Guardando las distancias: Monegros, desde Aragón al mundo

Más de 50.000 personas acuden a la llamada del desierto.

Más de 50.000 personas acuden a la llamada del desierto. / Jaime Galindo

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Que alguien hace más de tres décadas pensara que se podía hacer un festival en medio del desierto en pleno verano, que implicara que la gente iba a estar bailando 24 horas y que se iba a convertir (por un día, eso sí) en la segunda ciudad de Aragón en cuanto a población, es quizá de esas cosas que se escapan a la razón humana. Es cierto que el crecimiento ha sido progresivo y que al amparo de la cultura de club de la Florida 135 en Fraga, el Monegros Desert Festival fue creciendo a la par, pero no es menos cierto que el éxito de este festival escapa a cualquier lógica razonada.

Y, sin embargo, ahí está. Este fin de semana, la cita está cumpliendo 30 años y lo hace con una salud envidiable. Estamos ante uno de los pocos festivales que desapareció para resurgir años después con más fuerza con las dificultades que eso conlleva para cualquier proyecto cultural. Es posible que la pandemia le ayudara creando un efecto rebote en su salida por las ganas que tenía la gente de disfrutar de la fiesta pero en este 2023 ha vuelto a colgar el cartel de completo. 52.000 personas de 87 países diferentes (más quisieran otros festivales que se realizan en ciudades más grandes con todas las comodidades que ello conlleva) han acudido a la llamada del desierto comandado en la actualidad por una nueva generación de los Arnau, la encarnada por Juan y Cruz.

Fuera de cualquier canon establecido

El Monegros Desert es una realidad que escapa a cualquier canon establecido y desde un crecimiento exponencial, su sola existencia provoca que repercuta económicamente en la zona tal y como señalan los hosteleros y los alcaldes de la misma. Es por eso que, desde luego, no hay que desdeñar una cita de estas características. Lo digo porque no hace muchos años todo lo que oliera a música electrónica y al género urbano parecía estar rodeado de un halo de desprecio entre ciertos sectores. Hasta eso ha cambiado y no creo que nadie, desde su púlpito, sea capaz ahora de hacer de menos a una cita que, con su evolución lógica también en cuanto a estilos musicales, promete diversión a raudales y una experiencia única de 24 horas. Sí, quizá el Monegros Desert Festival sea el prototipo de los excesos y la diversión, de las prácticas hedonistas que propone la sociedad en la que vivimos, pero es una propuesta más que necesaria en una comunidad, además, en la que no nos sobran grandes proyectos culturales.

El Monegros Desert es una marca internacional que atraviesa infinidad de países y que ha convertido una finca entre Candasnos y Fraga en el epicentro del techno y el hip hop mundial un día al año. Dicho de manera más directa, es la cita más importante del género en toda Europa.

La senda de la ambición

Que en Aragón seamos capaces de tener un festival (te puede gustar más o menos artísticamente hablando) de estas características capaz de atraer a más de 50.000 personas a un desierto puro y duro es algo que debería ser capaz de marcarnos la senda de que desde la ambición y el estudio de los fenómenos sociológicos se puede mandar una señal al mundo.

Está claro que el regreso del Monegros Desert Festival el año pasado fue el de su resurgimiento y la celebración de este año no hace más que constatar que, una vez más, los Arnau van muy en serio y que esta cita , aunque parezca increíble, solo aspira a seguir creciendo. La primera edición fue poco más que una fiesta entre amigos...