EL CAMINO A LAS URNAS

Un debate capital: el ruido, una discusión inacabada en Zaragoza

La ordenanza para regular los niveles de contaminación acústica no se ha llegado a cerrar mientras algunas asociaciones vecinales señalan a las terrazas y los empresarios apuntan otras causas

La calle del Temple es una de las zonas con más aglomeración de bares.

La calle del Temple es una de las zonas con más aglomeración de bares. / EL PERIÓDICO

Iván Trigo

Iván Trigo

El ruido es un problema endémico en las ciudades que se afronta con mayor o menor éxito en cada urbe. En Zaragoza, durante el presente mandato, se llegó a iniciar la tramitación de una nueva ordenanza regulatoria pero el proceso se paralizó. Quién sabe si por miedo a abordar una cuestión que enfrenta a vecinos con hosteleros y en la que es imposible contentar a todo el mundo. Pero mientras no se hace nada, el ruido sigue ahí mientras los políticos piden el voto para las elecciones.

Y a pesar de la polémica entre los empresarios de la hostelería y algunos vecinos, los bares y las terrazas no son la única fuente de ruido en las ciudades. Los coches y camiones de reparto y de la basura, por ejemplo, son uno de los principales emisores de este tipo de contaminación. Según un informe del Instituto de Salud Global de Barcelona, el 79,2% de los zaragozanos está expuesto a un nivel de ruido procedente del tráfico rodado perjudicial para la salud.

Asimismo, este estudio concreta que el 14,3% de los ciudadanos que viven en la capital aragonesa sufren «un grado elevado de molestias por el ruido del tráfico», es decir, que están expuestos a un nivel todavía mayor de decibelios que emiten los vehículos a motor. Y el ruido, más allá de causar molestias, está relacionado con un aumento de la mortalidad. En la capital aragonesa hasta 18 fallecimientos cada año podrían relacionarse con la contaminación acústica.

Terrazas 8 En plaza España los veladores ocupan gran parte del espacio | ANDREEA VORNICU

Terrazas 8 En plaza España los veladores ocupan gran parte del espacio | ANDREEA VORNICU / IVÁN Trigo

Esto es debido a que la exposición prolongada al ruido puede provocar una reacción de estrés sostenido, lo que aumenta la frecuencia cardiaca y la presión arterial, lo que puede acabar dando lugar a enfermedades como la cardiopatía isquémica.

En Zaragoza, son varias las zonas de la ciudad que la asociación de vecinos Stop Ruido señala como conflictivas en cuanto al ruido proveniente del tráfico rodado. «Son sobre todo grandes avenidas», explica Miguel Morte, miembro de la plataforma. «Desde la plaza Europa, pasando por María Agustín, el paseo Pamplona, Constitución y también el camino Las Torres. Ahí está creciendo mucho el ruido», añade. También los vecinos de la avenida Valencia y los del eje de Goya y Tenor Fleta padecen este problema por el ruido que causan los coches, camiones y autobuses.

Pero el tomate está en otro lado. Y la polémica también. Desde Stop Ruidos apuntan directamente al «lobby etílico», como llama Morte a las asociaciones de hosteleros, como causantes de que la ordenanza del ruido en Zaragoza se haya paralizado. «El problema es que no quieren cumplir la ley estatal. Yo creo que vieron que iban a salir a relucir quejas y los políticos decidieron dejarlo todo como estaba. Pero la ley está clara y protege al ciudadano antes que a los emisores de ruido», dice Morte.

Fue en 2003 cuando se aprobó una ley estatal que regula el límite de ruido al que deberían exponerse las personas. Se basó en directivas europeas previas y, posteriormente, una sentencia del Tribunal Constitucional sentó jurisprudencia, favoreciendo siempre los intereses de los vecinos y el derecho al descanso. «El problema en Zaragoza es que al no haber una ordenanza no se puede denunciar al hostelero o al que haga ruido. Habría que denunciar al ayuntamiento por no cumplir la ley. Y hasta que hubiera una sentencia firme podrían pasar diez años. Y encima pagar un abogado», lamenta Morte. Desde Stop Ruidos señalan a varias zonas de la ciudad afectadas por el ruido que se genera en terrazas o por las noches. «Casi todo lo que es el Casco Histórico y la zona de Dato y calle Fita. En general, allá donde haya mucha concentración de locales hay problemas. Los bares o discotecas que están aislados no suelen generar tantas quejas», comenta Morte. Y señala también a otras zonas «puntuales en algunos barrios» como la plaza de las Canteras o la de San Francisco, donde las terrazas se han hecho fuertes.

Los hosteleros, cansados del señalamiento

Este punto de vista contrasta con el de los hosteleros. Desde Cafés y Bares recuerdan que no siempre se puede culpar del ruido a los dueños de los locales mientras que desde la Asociación Provincial de Empresarios de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas de Zaragoza, que agrupa al ocio nocturno, afirman que cualquier local que supere el nivel de decibelios permitido en la licencia recibe una sanción y también es obligado a cerrar durante un tiempo. «Nosotros ni negamos ni afirmamos que haya un problema con el ruido, pero creemos que primero hay que analizar la situación real. Hay que elaborar y actualizar un mapa del ruido y entonces ya plantear soluciones», apuntan desde Cafés y Bares que, por otro lado, subrayan que los bares y las terrazas «no son el único ni el principal foco de ruido en la ciudad». «Están los camiones de basura, algunos vehículos, las motos. Señalar solo a los veladores es tendencioso y reduccionista. Además, de lunes a jueves cierran a las 00.00 y los fines de semana a las 1.30 horas», añaden.

Durante este mandato lo que sí que se ha aprobado es la ordenanza de veladores que, además del horario, establece la obligación de instalar sonómetros en las terrazas de los bares que tengan más de 25 metros cuadrados. «El problema es que la norma no dice cómo hay que colocarlos. Hay terrazas que dan a dos calles diferentes y además los audímetros no pueden anclarse a farolas o árboles ni otros puntos del mobiliario», cuentan desde Cafés y Bares.

«Lo que siempre hemos defendido es que de la mano de una ordenanza del ruido tiene que desarrollarse una ordenanza cívica. No siempre se puede imputar la responsabilidad del ruido que se genera al hostelero, porque a veces son los clientes que se quedan fuera del bar o gente de paso la que genera el problema, que es un problema de incivismo. Pero sancionar a los ciudadanos resulta impopular», zanjan desde Cafés y Bares.

Desde la asociación de empresarios del ocio nocturno apuntan también que la ordenanza del ruido que se comenzó a tramitar en el anterior mandato «hubiera supuesto el cierre del comercio», porque «obligaba a insonorizar todos los locales». «Nosotros somos lo más regulado que hay en Zaragoza», apunta el presidente de la organización, Alberto Campuzano.

A todo esto hay que sumar otros problemas con el ruido que tienen barrios como Valdespartera con el tráfico aéreo. El de la contaminación acústica es un debate inacabado. Y seguirá trayendo cola.