hechos históricos

Un libro que pone fin al misterio de las bombas del Pilar

‘El bombardeo del templo del Pilar. El mito al descubierto’, escrito por el doctor Anton Pujol Bertran, revela que las versiones sobre el piloto, el avión y los proyectiles que se usaron eran erróneos y sorprende con una revelación familiar

Dos bombas siguen colgadas dentro del Pilar, y al menos una de las dos no se arrojó contra el templo. | ÁNGEL DE CASTRO

Dos bombas siguen colgadas dentro del Pilar, y al menos una de las dos no se arrojó contra el templo. | ÁNGEL DE CASTRO / iván trigo

Iván Trigo

Iván Trigo

Un 3 de agosto de 1936, poco después de haber comenzado la guerra civil española, la basílica del Pilar de Zaragoza fue bombardeada. El ataque no dejó muertos y las bombas no explotaron. «La Pilarica no lo toleró… ¡Milagro!», justificó la prensa fiel a los sublevados, que reaccionó a la agresión clamando contra el bando republicano. «Juremos exterminar a todo el que sea enemigo de nuestro Dios, nuestra Virgen, de nuestra España. Juremos una Santa Intransigencia [...]. Juremos guerra […]. No es hora de contemplaciones». En los años posteriores, se construyó un relato en torno a estos hechos que ha llegado a nuestros días. Pero un libro escrito por el médico Anton Pujol Bertran ha desmontado las explicaciones que hasta ahora se daban.

La versión más extendida hasta ahora era que el piloto que arrojó las bombas era Manuel Gayoso. Que fueron cuatro obuses, de los cuales dos se exponen en el templo desde entonces. Que el avión era un Fokker y que partió del aeródromo del Prat del Llobregat. Los sublevados defendieron que el objetivo era atacar los valores católicos de los zaragozanos. Y el motivo por el que no explotó variaba entre el milagro, el hecho de que los proyectiles se lanzaron desde una altura insuficiente y la opción de que hubieran sido manipulados antes de cargarse para evitar daños mayores.

Pues bien, según la minuciosa investigación del doctor Pujol, ni fue un Fokker, ni fue Gayoso. Sí que resulta cierto que la aeronave despegó desde El Prat. En su libro El bombardeo del Pilar. El mito al descubierto (Editorial Comuniter), destapa la que hasta ahora es «la versión que más se aproxima a la verdad», pues según admite el propio autor, la historia sigue teniendo flecos sueltos. En su obra, escrita desde un prisma científico y basada en las evidencias encontradas, Pujol también descarta que se tratara de un ataque de falsa bandera. Es decir, no fueron los nacionales quienes bombardearon el templo para tener un pretexto y unir a los zaragozanos en torno a la causa fascista.

Entonces, ¿qué ocurrió? «Me he adentrado en la historia como si de un paciente de 80 años se tratara, un paciente con tres síntomas: el avión, el piloto y las bombas». Sobre el avión, Pujol destaca que es inviable que fuera un Fokker y que hasta ahora se hablaba de este modelo porque, en vuelo, ambos modelos son difíciles de distinguir. Sus indagaciones apuntan a que el ataque se emprendió con un Breguet XIX, más ligero y manejable que el Fokker.

Unos soldados posan con los restos de los proyectiles que cayeron sobre el templo.

Unos soldados posan con los restos de los proyectiles que cayeron sobre el templo. / El periódico

Pero este es quizá el detalle más insignificante. Sobre el autor del bombardeo, el estudio de Pujol acredita que no pudo ser Gayoso. Y que aquellos que lo afirmaron en el pasado simplemente se referían a la posibilidad de que hubiera sido él. Una posibilidad que se convirtió en una verdad construida en torno a la repetición de la misma historia una y otra vez.

En la presentación del libro, que tuvo lugar este pasado miércoles en Zaragoza, Pujol no quiso desvelar el nombre del piloto que manejaba el aparato por aquello de mantener la incógnita a los que todavía no han leído su obra. Por respeto a su trabajo, tampoco se desvelará en esta página, si bien su nombre resulta desconocido para todo el mundo salvo para aquellos que sean sus descendientes. Lo que sorprende son las motivaciones por el que este piloto X atacó el Pilar.

Según desvela Pujol, no fue más que un calentón de barra de bar. Aquel fin de semana previo al ataque (el bombardeo fue un lunes) hubo una crisis en la Generalitat de Cataluña. Hasta el aeródromo del Prat no paraban de llegar mensajes de la caótica situación que se vivía en el frente. Y el piloto X, nervioso y molesto, se envalentonó. Y sin que ningún superior lo ordenara, cogió su Breguet y despegó en dirección hacia Zaragoza. Poco después, los mandos a cargo del aeródromo le destinaron a otro lugar, quizás como castigo por lo que había hecho.

¿Y por qué sabe esto el doctor Pujol? Pues porque su padre, Tomás Pujol, el médico del aeródromo, vivió aquella conversación. Fue él, junto a otro piloto del lugar, el que inutilizó las bombas que se cargaron en el aeroplano para evitar su detonación, puesto que no estaban de acuerdo con las intenciones del cabreado piloto que se lanzó contra el Pilar.

Y es que Pujol, que fue uno de los miembros fundadores de Esquerra Republicana de Cataluña, demostró durante la contienda ser un hombre de profundos valores humanistas. Siendo izquierdista, ayudó a escapar a varios vecinos de su pueblo perseguidos por los anarquistas.

No fue hasta 2016 cuando Anton Pujol se decidió a escribir esta parte de su historia familiar, cuando falleció su tío, el hermano de su padre. En el entierro, su sobrina se le acercó y le dijo: «A la Virgen le gusta la verdad». «Y a la historia también», respondió Pujol, que se puso manos a la obra.

Y con la precisión de un bisturí, buceó en los archivos históricos. En los que le dejaron, claro, puesto que el Cabildo Metropolitano de Zaragoza no le permitió el acceso a sus documentos. «Eso siempre hace sospechar», dice ahora.

Así, Pujol llegó a toda una serie de conclusiones que desmontan muchas de las versiones que se han mantenido hasta ahora simplemente «porque no se había investigado este hecho» y que estaban basadas en lo que previamente había dicho otra persona, sin comprobar el fundamento de esas afirmaciones.

Y lo que resulta evidente tras la lectura del libro de Pujol es que las bombas expuestas en el Pilar hoy en día no son las que se arrojaron sobre la basílica en 1936. Al menos una de ellas. Según el informe de Teodoro Ríos, arquitecto restaurador del templo, los tres proyectiles que se recuperaron eran de tamaños diferentes. Y los dos colgadas en la actualidad junto a la Santa Capilla son iguales. Es más, en el cartel situado junto a los obuses, se observa que la palabra «dos» está sobre un papel que se pegó con posterioridad. ¿Qué ponía antes?

Aun así, las bombas arrojadas por un aviador republicano envalentonado y que sirvieron como propaganda para el fascismo siguen colgadas de una pilastra junto a la Virgen del Pilar en un templo religioso en el que se predica el perdón y la caridad.