PATRIMONIO

Los comercios protegidos de Zaragoza se pierden entre el abandono y el poco respeto estético

En Zaragoza hay 41 locales catalogados en los que la estética debería conservarse

Muchos de estos establecimientos están cerrados y otros han sido demolidos 

La tienda Hogar Moderno, en la calle Alfonso, está protegida y cerrada desde hace años.

La tienda Hogar Moderno, en la calle Alfonso, está protegida y cerrada desde hace años. / LAURA TRIVES

Iván Trigo

Iván Trigo

Zaragoza cuenta con 41 locales que han sido catalogados y que gozan de algún tipo de protección por su valor patrimonial. Así consta en el catálogo de la web del ayuntamiento, donde se acumulan las fichas de unos establecimientos que, en muchos casos, están cerrados o mal conservados. En la teoría, estos comercios deberían conservar la esencia y la arquitectura de cuando fueron concebidos hace décadas. Pero la realidad es bien diferente.

En la mayoría de los casos, la protección de los elementos arquitectónicos se centra en las fachadas que, según la norma, deberían conservarse y restaurarse por su valor patrimonial. Y ejemplos hay de toda clase. En la calle Alfonso I, donde se acumulan varios de estos locales, hay uno muy significativo y muestra de buen hacer: el Café 1885, que reabrió hace dos años después de una restauración minuciosa tras haber sido vandalizado por sus anteriores inquilinos.

Prácticamente enfrente hay otro caso menos ejemplar: una tienda de frutos secos cuya fachada está catalogada y que está pintada de amarillo chillón. Ahí antaño estaba situada la papelería y librería Aperte. En la calle Alfonso I también hay locales protegidos que están cerrados, como el Hogar Moderno, la joyería Luis Martín Blasco y La Española, en la plaza Sas.

Y mientras unos establecimientos únicos cierran, abren otros que apenas respetan la normativa municipal en lo que se refiere a la estética que deben mantener los escaparates y fachadas de los locales en ciertas zonas como es la calle Alfonso.

La semana pasada, la gerencia de Urbanismo acordó iniciar un «procedimiento de restablecimiento del orden urbanístico infringido en relación con las obras de un letrero luminoso que no es acorde con el patrimonio histórico artístico», en el número 3 de esta céntrica calle. No obstante, vistos otros escaparates cercanos plagados de led, la normativa podría considerarse no demasiado proteccionista.

La fachada de esta tienda está protegida por su valor patrimonial.

La fachada de esta tienda está protegida por su valor patrimonial. / LAURA TRIVES

En la calle Coso, a la altura del número 110, hay otro local cuya fachada está protegida y que ha sido repintada por sus actuales inquilinos, que son una cadena de papelerías. Allí estaba antes Casa Ortega. Hoy el establecimiento está irreconocible por fuera.

Sin embargo, hay negocios que siguen manteniendo la esencia y la estética con los que el mundo les vio nacer. Es el caso, por ejemplo, de la pastelería La Flor de Almíbar, más conocida como Fantoba, en la esquina de la calle Don Jaime Icon Méndez Núñez. Las tallas en la madera con motivos egipcios siguen ahí, 150 años después, aportando a la escena urbana una personalidad difícil de replicar. Otros ejemplos de buena conservación del patrimonio son la Farmacia Mestre, en la calle San Jorge, esquina con la plaza Nolasco; el restaurante Casa Lac, en El Tubo; Caramelos Clemente Alcaine, en la avenida César Augusto, número 68; y Casa Gavín, frente al Mercado Central, una tienda de semillas que abrió sus puertas en 2023 pasado después de cuatro años cerrada.

Camino de Houston

«Me han dicho de todo. Desde que ponga aquí una chupitería hasta un bar para fumar puros. Pero está bien así», dice Francisco, el dueño actual del negocio de Casa Gavín, bajo el impresionante artesonado de madera del local que cerró en 2019 después de que se jubilara el nieto del precursor del negocio, que se inauguró hace más de 100 años. «La gente se sorprendió cuando vio abierta la tienda. Muchos pensaban que un día verían el artesonado saliendo por la puerta camino de Houston», comenta Francisco.

Otros locales protegidos de la ciudad son la antigua Casa Fortea, que hoy es sede del servicio de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza –y cuya fachada está llena de pintadas–, la tienda Libros, situada en los bajos del palacio de Fuenclara, prácticamente en ruinas; y el Cine Elíseos, en paseo Sagasta, hoy reconvertido en un centro de freiduría de nuggets de pollo.

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