EL RETO DEMOGRÁFICO

Aragón: crecimiento y despoblación a dos velocidades

Fraga, Binéfar y Monzón ganan más de 1.700 vecinos en los últimos diez años

Illueca y Andorra, pujantes hace una década, pierden entre 500 y mil habitantes

La conocida estampa de Valderrobres, desde el puente, en una imagen de archivo.

La conocida estampa de Valderrobres, desde el puente, en una imagen de archivo. / ÁNGEL DE CASTRO

Laura Carnicero

Laura Carnicero

Aragón es una tierra de contrastes. De polvo, niebla, viento y sol que esconde comportamientos sociales y demográficos que poco tienen que ver de un rincón a otro de su vasto territorio. Aunque los registros de población en 2023 que ha hecho públicos el Instituto Nacional de Estadística dejan en la comunidad un saldo positivo de población, con 13.000 residentes más en el último año, hay una realidad que no cambia. Se cuentan por decenas las localidades que pierden vecinos en las tres provincias.

Y también hay zonas que siguen creciendo año tras año, consolidándose, fuera de la capital, como los faros de la partida ganada a la lucha contra la despoblación. El ejemplo más paradigmático es el sector oriental de la provincia de Huesca, el corredor del Cinca, que tira de pujanza industrial para seguir construyendo una red de ciudades intermedias que no pierde, sino que gana población. En otros entornos, como la provincia de Zaragoza y Teruel, sigue la merma de vecinos.

En la parte oriental del Alto Aragón, solo Fraga, Binéfar y Monzón han ganado más de 1.700 vecinos entre las tres en la última década. A este crecimiento exponencial se escapa otra capital comarcal, Barbastro, que apenas suma unas decenas. Pero el crecimiento en la zona es indudable, empujado, dicen sus alcaldes, por varios motores económicos que ponen a disposición de los nuevos pobladores oportunidades de empleo y de desarrollar un proyecto vital.

Entre 2013 y 2023, Binéfar ha sumado 602 habitantes (de 9.468 a 10.070); Monzón cuenta con 549 nuevos vecinos, pasando de 17.290 a 17.839; y Fraga suma 539 en el padrón, de los 14.834 a 15.373 según el último registro.

El alcalde de Monzón y presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Isaac Claver, constata que la zona oriental de la provincia "es un territorio muy activo por la actividad agroalimentaria e industrial y su situación de pujanza ya se conoce no solo en Aragón, sino fuera, y se ve como un lugar al que ir a buscar trabajo".

En la ciudad que lidera, destaca el "cúmulo de proyectos industriales consolidados que han ido ampliando instalaciones", sin querer mencionar uno solo, y la "calidad de vida" que disfrutan sus vecinos. "La gente percibe Monzón como un lugar agradable para vivir y un entorno atractivo para invertir", reflexiona.

60 nacionalidades en Binéfar

En la cercana Binéfar, su alcaldesa, Patricia Rivera reconoce el antes y el después que supusieron la implantación de los dos mataderos. "Hemos dado el salto por encima de los 10.000 habitantes y eso se debe a la pujanza empresarial", señala. Incluso, aunque el padrón justo rebase los 10.000 vecinos, en la localidad son conscientes de que acogen a más gente. "Tenemos mucha población flotante de otros pueblos de la comarca, y vamos aumentando los servicios conforme podemos", añade.

En su caso, el trabajo duro en los mataderos atrae a la localidad a mucha población inmigrante de todas partes del mundo. Ya cuentan con más de 60 nacionalidades entre sus 10.000 habitantes. Este año han decidido que los fondos que el Ayuntamiento de Binéfar destina a cooperación los gestionen Cáritas y Cruz Roja, las dos entidades que apoyan al consistorio y los servicios sociales de la comarca de La Litera para acompañar a los inmigrantes que llegan a la localidad con pocos recursos. «Ya que son ellas quienes nos ayudan, nosotros colaboramos con ellas para sus proyectos en los países en vías de desarrollo», manifestó Rivera.

En el otro lado de la moneda están poblaciones que disfrutaron de una pujanza empresarial en otro tiempo y que ahora pelean por reinventarse. El caso más paradigmático es el de Andorra. La villa minera por excelencia ha perdido más de mil vecinos en la última década, pasando de 8.278 a 7.214 el pasado año.

"La comarca ha perdido 2.000 vecinos en los últimos años, de los que mil son de Andorra", reconoce su alcalde, Rafael Guía que, por otro lado, celebra los últimos datos del padrón.

"En este último balance no solo no perdemos población sino que ganamos algunos vecinos respecto a 2022, y esperamos seguir remontando", explica. En este camino de la lucha contra la despoblación, que también lo es contra la desindustrialización, Guía reconoce que "las Administraciones no han podido parar el golpe del cierre de la central". Ahora, esperan como agua de mayo el Plan de acompañamiento que traiga empresas que dejen empleo en la zona. "Los parques fotovoltaicos y eólicos dejan un pico de trabajo en su construcción, pero luego se queda poca gente", recuerda.

En la provincia de Zaragoza, otras localidades pasan por la misma situación, aunque sin un empuje tan decidido por parte de las Administraciones. Es el caso de la crisis del calzado en el Aranda. Illueca y Brea han perdido, entre las dos, cerca de 800 habitantes en la última década. La solución, según se ve en otros puntos de Aragón, pasa por arraigar el empleo y la industrialización. 

Contrapunto en la provincia de Teruel: el 'milagro' de Valderrobres

Un análisis aleatorio del padrón en una decena de localidades turolenses en la última década deja una imagen global de pérdida de población que solo rompen la capital y Valderrobres.

Desde 2013, la provincia de Teruel ha perdido casi 7.000 vecinos, 6.946 para ser exactos en virtud de los últimos datos disponibles del padrón en la comparativa entre 2013 y 2023. Teniendo en cuenta que, en este tiempo, la capital ha ganado más de 800 habitantes, otra de las localidades que ha superado el bache de la despoblación es la capital del Matarraña.

Este milagro de Valderrobres no tiene secretos ni pócimas mágicas. Pero el municipio lleva más de 20 años sumando vecinos. "Desde el año 2000, que pasamos de los 2.000 habitantes, hemos sumado más de 500 habitantes", explica el alcalde de la localidad, Carlos Boné. No hay varitas mágicas: hay empleo y turismo.

"El grupo Arcoíris con el matadero y la fábrica de piensos genera 600 puestos de trabajo directos y es el motor económico de la comarca, que nos ha hecho crecer", señala Boné, que reconoce también que en los últimos lustros ha sido clave la transformación del turismo rural en la localidad.

El Matarraña se ha posicionado como uno de los destinos de interior más punteros en Aragón. Y su capital no es menos. Pero tampoco es casualidad que "quienes antes tenían una casa de turismo rural como complemento a la actividad económica principal de la familia, ahora se dediquen a ello a tiempo completo". Para llegar hasta aquí, además del cambio de tendencias entre los turistas a nivel global, hay trabajo e inversiones detrás. "Se ha invertido mucho en recuperar el patrimonio, se creó la fundación para gestionar el castillo y hemos pasado de unas 13.000 visitas en 2010 a más de 40.000 visitantes en 2023", manifestó el alcalde.

En el caso de esta localidad turolense, el crecimiento del municipio se ha nutrido tanto de vecinos de otros pueblos de la comarca como de extranjeros que llegan año a año, conscientes de que hay oportunidades de empleo. También con "enamorados" de la zona que deciden apostar su futuro al encanto del Matarraña turolense. "Tenemos vecinos de más de 20 nacionalidades diferentes: Rumanía, Marruecos, Ucrania, Senegal o Inglaterra... Hay mucha diversidad e integración», confiesa Boné.

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