EL CIERRE DE LOS PEQUEÑOS NEGOCIOS

Un año repleto de cierres de negocios emblemáticos en Zaragoza

Casa Emilio es el último local histórico en bajar la persiana tras el adiós, entre otros, de Helados Italianos o Ferretería Aragonesa

El emblemático local de Helados Italianos en el paseo Independencia, cerrado.

El emblemático local de Helados Italianos en el paseo Independencia, cerrado. / JAIME GALINDO

Judit Macarro

Judit Macarro

El pequeño comercio de Zaragoza vive momentos complicados con el cierre en el último año de algunos de sus negocios más antiguos. El último adiós que se conoce es el de Casa Emilio, la casa de comidas próxima a La Aljafería, que la semana pasada bajó la persiana tras 84 años de actividad. Otro adiós llamativo en los últimos meses ha sido el del tradicional establecimiento de Helados Italianos, situado en el paseo Independencia, que cerró tras 90 años abierto. Alfonso Fuoli, quien hasta hace unos meses estaba al mando de la tienda, se jubiló sin un segundo que llevara las riendas del céntrico local. 

Las calles del corazón de la ciudad se van llenando poco a poco de persianas bajadas y locales que se traspasan, sobre todo con la presión de los impuestos y el problema del relevo generacional, que ahoga a los comerciantes de la capital de Aragón.

Este problema no se queda en un solo afectado. Situada también en el paseo Independencia, la emblemática bombonería de Zaragoza Soconusco puso fin a 80 años llenos de dulzura tras la jubilación de Pilar Val, la dueña del establecimiento. Una despedida que se sintió con pesar, prueba de ello fue el largo desfile de zaragozanos que durante horas se acumuló a las puertas de la tienda para disfrutar de los últimos «Bombones, trufas de nata, frutas de Aragón», tal y como rezaba el cartel de la entrada.

La misma suerte sufrió la histórica Ferretería Aragonesa de la calle Casto Méndez Núñez, fundada en 1925, que vivió sus últimos años de vida de la mano de Miguel Ángel Ruber, Francisco Aparicio y José Binaburo, sus últimos propietarios. En sus 50 años de historia, los dueños vivieron momentos de lo más variopintos, como el que contó Ruber a este diario cuando la tienda se despidió para siempre. «Ha habido tantas que no sé con cuál quedarme. Recuerdo que hace tiempo nos robaron una escalera que teníamos expuesta en la calle y no nos dimos cuenta. Al cabo de un tiempo, se presentó un policía en el local. Nos dijo que había encontrado al ladrón que nos robó la escalera. Trajo la escalera y a la persona que nos la había sustraído», explicó Ruber como si de un cuento se tratara.

Por otro lado, el comercio textil zaragozano dijo adiós a dos locales memorables: Calzados Lagatta y Modas Torres.

Los hermanos Tuttor Bermúdez ponían fin a 40 años de negocio familiar de forma física, porque la despedida de la zapatería zaragozana fue a medias. A pesar de que el 47,3% de los comercios en la ciudad no realiza ventas por canales digitales (el 47,3%) –según una encuesta realizada por la Cámara de Comercio de Zaragoza–, por causas de fuerza mayor los herederos de la tienda se vieron obligados a continuar su legado de forma online. No sin la esperanza de poder volver a reabrir en un futuro. Con su jubilación, Ángela, a finales de 2023, puso fin a Modas Torres, una tienda de ropa que abrió en 1966 con su marido, Manuel Torres, en la calle Cádiz, vía por la que, por aquel entonces, aún pasaba el tranvía. El cierre de una tradicional modista que tanto esfuerzo costó remodelar a sus dueños, ahora luce con la persiana bajada y un cartel donde se lee «cerrado por jubilación».

El adiós

Despedidas emblemáticas que preocupan a la Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia (ECOS). Su presidente, Antonio Tornos, asegura que «no hay nadie que quiera vivir trabajando mañana y tarde. Es un trabajo muy esclavo y cuando un tendero decide jubilarse no quiere que ese trabajo lo continúe su hijo».

Según un informe de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), Aragón perdió un total de 624 autónomos en 2023 y la actividad del sector comercial sufrió un decremento del 2,6%, llegando a diciembre del año pasado con un total de 18.992 empresas activas (502 menos que en 2022). Cifras que unidas al crecimiento de empleo – un 7,6% desde 1998, tal y como se señala en un estudio del Portal de Aragón–­ muestran que el comercio minorista ha ido perdiendo fuelle con el paso del tiempo.

«Estamos intentando poner todo nuestro empeño en frenar este problema con proyectos como el de NILSA, que brinda apoyo a los dueños que quieren abrir otros locales en la ciudad», explica Tornos. El empresario considera que actualmente los nuevos proyectos tienen un plazo de supervivencia muy limitado. «Por eso, se necesitan iniciativas que no se centren en la creación de nuevas empresas, sino en asegurar la vida de las que ya tienen un largo recorrido», defendió.

Atrás van quedando los tiempos de dar un paseo por el centro disfrutando de las compras porque ahora con la constante apertura de los centros comerciales, la compra-venta local, tiende hacia la «americanización». «La gente prefiere ir a espacios como Puerto Venecia y GranCasa», incide Tornos. Una nueva costumbre que, desde ECOS asemejan a la vida estadounidense. «Allí vas por las ciudades y lo que es tiendas de barrio, no hay. La gente lo que hace es coger el coche y moverse hacia los centros comerciales, algo que ya nos estamos acostumbrando a hacer aquí», explica. Además, según el presidente de la federación, Zaragoza es una de las ciudades que más grandes superficies tiene por metro cuadrado.

Ahora, caminar por las calles de Zaragoza se vuelve cada vez más melancólico y triste porque «una ciudad que pierde sus tiendas deja de tener vida», dice Tornos.