Zvi Szlamowicz, nació en 1942 en Bruselas bajo la ocupación nazi, y fue uno de los 3.000 niños judíos que lograron salvarse del Holocausto. Hoy vive en Israel, tiene seis hijos, 16 nietos. “Posiblemente Hitler se esté revolviendo en su tumba”, bromea antes de explicar su historia. Ahora tiene 77 años y el convencimiento de que no se puede olvidar aquel sufrimiento. “Vengo a contar mi historia, pues siento que soy uno de los últimos que puede hacerlo”, asegura.

En este momento la mayoría de los supervivientes tiene más de 90 años, además, algunos de ellos no quieren hacerlo. Fue el caso de su padre. “Nunca contó nada”, dice. Solo ha recibido algún testimonio por parte de su hermana, que era nueve años mayor que él, pues durante la contienda tenía solo tres años. “Cuando fui concebido ya se estaba estrechando el cerco sobre los judíos, ¿por qué quisieron traer un niño al mundo en esas circunstancias?”, se pregunta. La respuesta no es fácil: avanza que pudo ser una forma de aliviar la depresión de su madre o una acción desesperada tras el rumor de que los nazis iban a esterilizar a todas las mujeres hebreas. Su madre murió en un campo de concentración y él fue acogido por una mujer de la resistencia cuando solo tenía cinco meses. Al finalizar la guerra pudo reunirse con lo que quedaba de su familia.

Afirma que como hijo fue muy difícil vivir a la sombra de un padre que sufrió mil penurias y perdió a su esposa asesinada. “Era un hombre con miedo, que no dormía”, asume.

En su visita a Auschwitz, que lo hizo en su etapa de profesor de secundaria acompañado por sus alumnos, descubrió un lugar que no debe caer en el olvido. “Está claro que Europa tiene un problema con las crisis económicas, pero tengo esperanza en la nueva generación”. Considera que son más tolerantes y democráticos, por lo que espera que algo como lo que pasó con su familia no se repita. “Tengo esperanza”, afirma.

El resto de su vida se la ha pasado difundiendo el horror del exterminio. Ha pasado por Bolivia (donde conoció a su mujer) y por Brasil. En ese tiempo nunca perdió el contacto con su familia de acogida, gracias a la que ha podido reconstruir su pasado, por doloroso que fuera.

Achaca el actual auge de la extrema derecha a la necesidad del ser humano de buscar “culpables” para sus problemas, algo que está emparentado con el antisemitismo.

Por eso confía en el futuro. “La gente joven es más liberal, a pesar de que algunos se inclinan a la derecha o a los nacionalismos, pero son capaces de tolerar muchas más ideas”, resume.

Szlamowicz ha contado su vida en el acto organizado por el Ayuntamiento de Zaragoza para conmemorar el día internacional en memoria del Holocausto. Desde el consistorio han aprovechado la cita para recordar la figura del zaragozano Ángel Sanz Briz, el diplomático que salvó la vida a unos 5.000 judíos húngaros. Se cumplen 40 años de su muerte y esperan celebrar en los próximos meses varios actos de homenaje. “Es necesario prevenir todas las manifestaciones de intolerancia”, ha destacado el alcalde Jorge Azcón.