La opinión de Sergio Pérez

Giuliano Simeone, la bandera de la dignidad diaria en el Real Zaragoza

En un año colectivo realmente decepcionante, Giuliano ha dado el callo en cada uno de los minutos que ha estado sobre el césped y ha izado la bandera de la honorabilidad y la dignidad día tras día. Nadie más que él merecía hacer un gol tan icónico como el que le hizo al Leganés. Un gol de bandera para un jugador de bandera

Giuliano Simeone pica el balón por encima de Riesgo para culminar una acción magistral y hacer el 1-0 del Zaragoza al Leganés.

Giuliano Simeone pica el balón por encima de Riesgo para culminar una acción magistral y hacer el 1-0 del Zaragoza al Leganés. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Transcurría el partido bajo un sol de justicia, metido de manera antinatural en deshora y haciendo honor a aquel fabuloso titular de un suplemento de Deportes de este diario de hace un par de décadas que resumió de manera brillante y certera un partido primaveral, intrascendente y totalmente insustancial del Real Zaragoza: “Tarde soleada”.

De repente, la modorra por este calor de junio adelantado a marzo y por lo que estaba siendo un encuentro plano sufrió una sacudida maravillosa. Giuliano Simeone recogió el balón en el costado derecho del ataque del Real Zaragoza con toda la defensa del Leganés perfectamente formada. El argentino inició uno de sus característicos zigzags para eliminar rivales. El balón le golpeó a uno de ellos, pero Giuliano lo rescató por deseo. Caído ya hacia el otro balcón del área, el delantero protagonizó un requiebro espectacular que, junto a su clásica aceleración vertical, dejó atónita a la línea defensiva del Leganés. Atónita y con los pantalones bajados. Esta vez, cuando se encontró con el portero, Simeone definió con arte: picó el balón con la zurda y convirtió un gol de bandera, tanto como la ovación que escuchó al retirarse.

Desde el domingo pasado en Lugo, cuando protagonizó una de las jugadas más brillantes de la temporada en la categoría sin el premio del gol por un mal golpeo final, el fútbol le debía una contraprestación de peso a Giuliano. Ejemplo de buena actitud, de compromiso, de trabajo incansable, de pasión por el juego, de ímpetu, de capacidad de desestabilización con el balón en los pies, de velocidad en la ejecución de los ataques, de insistencia y verticalidad, el argentino llevaba casi tres meses sin marcar. Contra el Leganés se quitó esa pesada losa de encima con su séptimo tanto de la temporada, un gol magnífico y que se recordará durante años. Luego redondeó su tarde provocando el penalti que fue el preludio del 2-0 de Vada.

En un año colectivo realmente decepcionante, Giuliano ha dado el callo en cada uno de los minutos que ha estado sobre el césped y ha izado la bandera de la honorabilidad y la dignidad día tras día, con mayor o menor acierto pero siempre con la misma responsabilidad, honradez y dedicación. Nadie más que él merecía hacer un gol tan icónico como el que le hizo al Leganés. Un gol de bandera de un jugador de bandera.