ZARAGOZEANDO

¿Conoces el mirador del torreón de La Zuda? Estas son sus vistas

Esta torre situada junto a las murallas romanas ha sido un palacio real, una cárcel y un hospital de una orden de caballeros

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Torreón de la Zuda: el mirador que siempre estuvo ahí

Laura Trives

Iván Trigo

Iván Trigo

Su presencia es muy evidente y quizá por eso pasa ya inadvertida para los zaragozanos que cada día pasan por delante de ella. En el entorno monumental en el que se sitúa, el torreón de la Zuda, con sus cinco plantas de altura, es un edificio que lleva a acompañando a los vecinos de la ciudad desde hace siglos. Hoy sirve de mirador y de oficina de turismo, pero fue también fue un palacio, un hospital y una cárcel.

El origen de esta edificación está en el palacio de la Zuda, que fue la residencia de los gobernadores musulmanes de Saraqusta y de los reyes de la taifa islámica. La torre era el espacio destinado a la vivienda de los dirigentes de la ciudad y también el último lugar, en caso de ataque, en el que podían refugiarse de los enemigos, a los que podían divisar desde lo alto. Aquí pasaban su día a día mientras que La Aljafería era su lugar de recreo.

Con la conquista de Zaragoza por parte de Alfonso I El Batallador y el regreso de los cristianos, el recinto y el torreón se convirtieron en el palacio real de los reyes de Aragón y sede su dinastía hasta el siglo XIII, cuando se mudaron también a La Aljafería.

Vistas desde el torreón de La Zuda de las murallas romanas y el Mercado Central.

Vistas desde el torreón de La Zuda de las murallas romanas y el Mercado Central. / LAURA TRIVES

Con el paso del tiempo el torreón fue modificando su aspecto y también su contenido. En esta edificación situada a los pies del Ebro y junto a las murallas romanas fue encarcelado en 1224 el rey Jaime I el Conquistador y su esposa Leonor tras la revuelta de los nobles aragoneses. Más tarde, fue también un hospital en la que los caballeros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén acogían a pobres y enfermos.

Hoy en día, lo que más llama la atención nada más entrar al torreón son los restos de la muralla romana que son visibles desde el vestíbulo, que tiene un suelo de cristal que permite ver las grandes piedras que conformaban el muro, que sirvió de cantera para levantar otras muchas edificaciones de la ciudad dado lo caro y complicado que resultaba encontrar piedra en el entorno de la urbe.

La muralla, una cantera para la ciudad

Desde el propio torreón se puede contemplar, desde una perspectiva única, la iglesia de San Juan de los Panetes, cuya base está construida precisamente con restos de la antigua muralla. El palacio de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza, en la calle Diego Dormer, también se sirvió de la edificación defensiva de los romanos para levantar sus propios muros.

La primera reforma de la torre de la que se tiene constancia data del siglo XVI, cuando La Zuda cambió de aspecto. Ya en el siglo XX fue de nuevo restaurada para dotarle de su aspecto actual. En el año 2000 reabrió como oficina de turismo. Además de contemplar su esbelta figura, el principal atractivo hoy del Torreón de la Zuda es subir hasta su última planta, al denominado Mirador de las Cuatro Culturas, desde el que se puede observar la capital aragonesa hacia los cuatro puntos cardinales.

Panorama desde lo alto de La Zuda de la iglesia de San Juan de los Panetes, la basílica del Pilar y, al fondo, La Seo.

Panorama desde lo alto de La Zuda de la iglesia de San Juan de los Panetes, la basílica del Pilar y, al fondo, La Seo. / LAURA TRIVES

Impresiona sobre todo la vista del Mercado Central. Desde arriba se observa perfectamente como el solar sobre el que se asienta el edificio antaño fue una plaza. Allí mismo, desde 1210 y hasta 1903, cuando se levantó la nueva lonja, ya se montaban puestos de comida al que los zaragozanos acudían a comprar.

«Las ciudades evolucionan y cambian de aspecto, pero si investigas te das cuenta de que los zaragozanos llevamos haciendo las mismas cosas en los mismos sitios desde hace siglos», cuenta mientras observa por uno de los ventanales María Jesús Cinto, guía del servicio de Turismo del ayuntamiento.

El Ebro

Hacia el este, la iglesia de San Juan de los Panetes roba el protagonismo, aunque detrás se observan desde una perspectiva única las cúpulas de la basílica del Pilar y, al fondo, impone la verticalidad de la torre de La Seo.

Desde arriba también se observa la torre de la iglesia de San Pablo, la cubierta del museo Pablo Serrano, el edificio de La Adriática, que fue el primer rascacielos de Zaragoza y las torres del World Trade Center, en el Actur. Todo eso desde La Zuda, que lleva más siglos y siglos en pie contemplando como el río Ebro baña con sus aguas a la ciudad de Zaragoza. 

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