Un "tsunami" de lodo lleva a La Cartuja una escena apocalíptica

Las empresas del polígono todavía acumulan barro en sus instalaciones y se prevé que las labores de limpieza se prolonguen, al menos, durante los dos próximos meses

Una excavadora trabaja retirando el barro en Desplek Construction para reanudar la producción con la mayor celeridad posible. | MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Una excavadora trabaja retirando el barro en Desplek Construction para reanudar la producción con la mayor celeridad posible. | MIGUEL ÁNGEL GRACIA / alfonso tremul

El polígono industrial de La Cartuja se ha convertido desde el pasado jueves en el escenario de una película apocalíptica por ese «tsunami» que ha anegado las plantas industriales con una altura de casi metro y medio de agua y lodo. El barro, ya seco, no diferencia entre acera y calzada en algunas zonas y levanta una densa e ininterrumpida polvareda con el constante trasiego de vehículos y excavadoras que se afanan por devolver una pizca de normalidad a la actividad del polígono. En la planta de Taim Weser, sus 150 trabajadores trabajan a destajo para «retirar los lodos, llegar a la maquinaria y ver cómo está la electrónica». Enfrente, en ThyssenKrupp, también están «intentando retirar todo el barro y agua» para luego «supervisar la maquinaria» y evaluar los daños. Y, en Desplek Construction, se encontraron con «un palmo de lodo en 12.000 metros cuadrados».

Allí todavía no han podido entrar a trabajar en una de estas dos naves de 6.000m2 que, cuatro días después de ese «tsunami», rebosa barro bastante por encima del tobillo. El gerente de esta empresa orientada a la construcción de estructuras metálicas para edificaciones, Miguel López, señala que la mayor parte de los daños se centran en la maquinaria con la que trabajan y el material de stock que allí guardan, si bien han tenido «suerte» con el material de construcción por la reciente finalización de un par de obras.

De esta ola de 1.30 metros no se pudo salvar toda esa maquinaria que ahora espera el paso de las hidrolimpiadoras y su correspondiente evaluación por parte de los peritos. No obstante, lamenta López, estas labores de limpieza se podrían prolongar durante al menos dos meses, por lo que es necesario habilitar «una parte para poder avanzar». De todos modos, insiste, «hay que seguir luchando» y ser «optimistas» por la quincena de trabajadores con los que cuenta la empresa.

La viabilidad, en juego

Su preocupación se centra ahora en la respuesta que pueden dar las instituciones a los afectados y, especialmente, a pymes como la suya porque podría quedar condicionarda «la viabilidad de las empresas» en el caso de que las ayudas no lleguen «de forma relativamente inmediata». «Fue un tsunami. Yo estaba trabajando y, cuando iba salir por la puerta principal, vi cómo entraba una ola arrastrando contenedores. Hay que entender que es una situación excepcional y requiere una respuesta excepcional con ayudas directas como créditos blandos y subvenciones a fondo perdido», justifica el gerente de Desplek Construction, aludiendo a las impresiones de las empresas de limpieza que les transmiten que «es el polígono más afectado». «Hay que poner el foco en La Cartuja», zanja.

Con él coincide el presidente de Taim Waser, Manuel Teruel, quien calcula que los daños son «millonarios» como consecuencia de ese «río de agua y lodo tan brutal» que obligó a los bomberos a rescatar a tres de sus empleados. Uno de ellos relata a este diario que se tuvo que subir al tejado del aparcamiento al ver cómo bajaba «la riada» mientras trabajaba con una bomba de achicar agua en una máquina. «Me asomé a la verja y vi cómo venía todo el agua. En cosa de cinco minutos ya llegaba por la cintura. Primero me subí a un bordillo de medio metro y, de ahí, ya al tejado porque sino...», recuerda este trabajador, que a eso de las 22.00 horas ya pudo acercarse al otro lado de la calle con los bomberos para volver en barca a las instalaciones y rescatar a dos compañeros que se habían refugiado en las oficinas de la planta de arriba.

En Taim Waser, las máquinas de soldadura quedaron totalmente “invalidadas”. | MIGUEL ÁNGEL GRACIA

En Taim Waser, las máquinas de soldadura quedaron totalmente “invalidadas”. | MIGUEL ÁNGEL GRACIA / alfonso tremul

Junto a él trabajan durante estos días en las labores de limpieza sus otros 150 compañeros; «un cariñico» que agradece el que también fuera presidente de la Cámara de Comercio de Zaragoza. «Si para algo ha servido esto es para que la plantilla dé una lección de cariño y responsabilidad a la empresa. Nos ha hecho mucho daño el covid, Rusia y ahora esto. La resiliencia es magnífica», aplaude Teruel.

Entre palas, hidrolimpiadoras o carretillas elevadoras se cuelan máquinas de soldar «invalidadas» que han sido rescatadas del lodo y otros tantos equipos que «hay que lavar y repintar» porque ya tenían fecha de embarque y montaje en destino. «Hay mucha desilusión por ver cómo el trabajo de la gente se va a la basura. Si hay que limpiar, se limpia. Lo importante es echar una mano porque somos una familia y no se nos tienen que caer los anillos», cuenta otras de las trabajadoras a las puertas de una de las naves. «Hay gente que han dejado sus vacaciones para venir a trabajar», añadía Teruel.

"El agua no vino del cielo, vino andando", señala el presidente de Taim Weser

En este sentido, el presidente de Taim Waser precisaba que a partir de este lunes habían establecido un único turno de trabajo de 06.00 a 15.00 horas con motivo de la ola de calor después de haber estado trabajando de 07.00 a 20.00 horas durante viernes, sábado y domingo. «Todo de sí que da la luz», matizaba. pues todavía no han recuperado el suministro eléctrico.

De todos modos, insiste Teruel, ahora es el momento de «recuperar» toda esa parte de electrónica con los servidores de red, si bien también compete a las autoridades y los peritos determinar las causas de esta avenida extraordinaria. «El agua no vino del cielo, el agua vino andando», sentenció Teruel. Apenas unos pocos metros más allá de la planta de Taim Weser, en las instalaciones de ThyssenKrupp el panorama es prácticamente idéntico y allí también se habla de poner cartas en el asuntos para evitar que vuelva a ocurrir. «Otra así nos barrería de la historia. No sabemos en qué estado nos vamos a encontrar los motores de las máquinas», augura el director de calidad de la planta, Emilio Sánchez, quien especifica que los trabajos de retirada de barro comenzaron por los vestuarios «para que la gente se pueda lavar, cambiar e irse a casa limpia».

«Hemos estado trabajando todo el fin de semana y parece que no tiene fin. Es difícil empezar a limpiar cuando ves la nave llena de barro», lamenta el director de calidad, aprovechando para dar un tirón de orejas al Ayuntamiento de Zaragoza por no contribuir a la limpieza de las calles del polígono. «Como el polígono es privado, la limpieza la tenemos que hacer entre todos. El ayuntamiento se desentiende y podría cooperar porque esto todavía es la ciudad de Zaragoza», finaliza resignado.