PATRIMONIO

Pozondón redescubre su castillo con unas obras que evitarán su ruina

La fortaleza de Los Ares, del siglo XII, se ha rehabilitado en parte con 200.000 €

Foto antigua del castillo de Los Ares, una fortaleza del siglo XII situada en el término municipal de Pozondón, en Teruel.

Foto antigua del castillo de Los Ares, una fortaleza del siglo XII situada en el término municipal de Pozondón, en Teruel. / EL PERIÓDICO

Iván Trigo

Iván Trigo

El castillo de Los Ares es una de las joyas escondidas que la provincia de Teruel guarda dentro de su gran extensión. La fortaleza, que dataría del siglo XII, está situada a dos kilómetros del pueblo de Pozondón, en la Sierra de Albarracín, en mitad del monte y enclavado en una peña de piedra de ródeno y su característico color rojizo, el mismo que tiñe los muros del cercano y majestuoso castillo de Peracense. A finales de este mes terminarán unas obras que buscaban evitar que la degradación de las ruinas de Los Ares fuera a más. Y en el transcurso han descubierto información relevante sobre cómo fue un castillo del que hoy apenas queda su icónica torre circular en pie.

«En las excavaciones se han descubierto nuevas estancias del castillo y la base de la que fue la torre principal, que es cuadrada. Si se siguiera excavando seguro que aparecían más cosas. Han encontrado muchos indicios para saber cómo era esta fortaleza cuando estaba en pie», explica el alcalde de Pozondón, Mario Cáceres.

Las obras han tenido como objetivo principal la consolidación de las ruinas. «En realidad los visitantes no tendrían que notar nada con respecto a su aspecto anterior», cuenta Cáceres. Se han limpiado los restos y se ha aplicado mortero para evitar nuevos derrumbamientos y que el castillo, que está incluido en la lista negra de Hispania Nostra por su mal estado de conservación, desaparezca. La fortaleza está además declarada Bien de Interés Cultural de Aragón.

Restos de las nuevas estancias descubiertas durante las obras.

Restos de las nuevas estancias descubiertas durante las obras. / IVÁN TRIGO

El problema ha sido el escaso margen que han tenido para ejecutar los trabajos. El Ayuntamiento de Pozondón consiguió hace ya más de un año una subvención con cargo al Fondo de Inversiones de Teruel (FITE) de 120.000 euros para acometer los trabajos. Sin embargo, durante la tramitación de los permisos con Patrimonio, los plazos se alargaron y los requisitos de los técnicos del Gobierno de Aragón hicieron necesario ampliar el proyecto de restauración, por lo que este pequeño pueblo, con apenas medio centenar de habitantes censados, ha tenido que poner otros 80.000 euros para poder hacer frente al presupuesto total de las obras. Así pasó un año hasta que este verano pudieron empezar a trabajar sobre el terreno. Y como el dinero de la subvención debía ejecutarse antes del 30 de septiembre, apenas han tenido tres meses para poder acometer las tareas de consolidación de las ruinas.

El proyecto se encargó a la Universidad Politécnica de Valencia y en las obras han participado dos arquitectos, un arqueólogo y una restauradora, además de otros técnicos y operarios.

Atraer turismo

En paralelo a los trabajos de consolidación del castillo de Los Ares se ha llevado a cabo una labor investigadora para tratar de conocer cómo era esta fortaleza levantada por los musulmanes para defender Albarracín de los reinos cristianos en expansión. El objetivo es utilizar toda esa información para, en un futuro próximo, elaborar un proyecto de restauración más ambicioso que incluya la reconstrucción de algunas partes del castillo. Eso sí, al no haber apenas referencias de su aspecto original, la rehabilitación no podrá ser completa. «Nunca veremos el castillo de Los Ares como luce el de Perancense, por ejemplo», explica el alcalde.

El castillo de Los Ares es uno de los símbolos de Pozondón. Con su rehabilitación se busca recuperar el patrimonio del municipio y también generar nuevas oportunidades para atraer turistas a la zona. «Si viene gente hay consumo. Y si hay consumo el bar seguirá abierto. Y si el bar sigue abierto vendrá más gente. Y si hay empleo habrá quién se piense en venir a vivir aquí. Es una pescadilla que se muerde la cola. Queremos evitar que el castillo se caiga, pero también que el pueblo se vacíe», zanja Cáceres.