Real Zaragoza

El Real Zaragoza mantiene la confianza en Velázquez

El club valora el trabajo del técnico y mantiene la esperanza en alcanzar un playoff que sigue a seis puntos de distancia

Velázquez, antes del comienzo del partido ante el Andorra.

Velázquez, antes del comienzo del partido ante el Andorra. / ANDREEA VORNICU

Santiago Valero

Va a ser una semana difícil para el Real Zaragoza. De ello no hay duda alguna en cada sección de una entidad consciente de la desazón reinante tras el mal partido y la peor imagen ofrecida por el equipo aragonés el pasado sábado en Villarreal (0-0), donde apenas se acercó a las inmediaciones del marco rival. Sin embargo, la figura de Julio Velázquez no se cuestiona, al menos de momento. El técnico mantiene la confianza de la cúpula del club, que sigue valorando muy positivamente tanto su trabajo como su capacidad para conducir al Zaragoza por el buen camino.

La apuesta es por la tranquilidad. La enorme frustración existente entre la afición quedó patente en La Cerámica, donde los 2.500 zaragocistas desplazados mostraron su descontento con cánticos en contra de jugadores y técnico. El Velázquez, vete ya atronó en varias ocasiones en el tramo final del partido, pero el entrenador, al que se vio dialogar airadamente con el director deportivo Juan Carlos Cordero una vez concluido el choque, no está cuestionado.

De hecho, la impresión es que el playoff sigue siendo posible a pesar del cansino deambular de un equipo incapaz de enlazar dos victorias consecutivas desde hace cinco meses, el mismo periodo que acumula sin ganar un partido fuera de casa, y que apenas ha salido victorioso en 4 de los 23 últimos encuentros. La confianza en el cuerpo técnico y la plantilla se mantiene con la esperanza de que sean capaces de sumar entre los 26 y los 29 puntos que se estiman necesarios para aspirar a acabar la temporada entre los seis primeros clasificados. Para ello, la unidad se considera fundamental y preservarla ocupa un lugar preferente en la lista de tareas a acometer de aquí al final del curso.

Momento delicado

El momento actual, en todo caso, es delicado. Preocupa la falta de mordiente y el punto logrado en Villarreal no sacia ni conforma, si bien se subraya la importancia de sumar fuera de casa y, sobre todo, una seguridad defensiva que llevó al equipo a no sufrir salvo en los primeros compases de la segunda mitad. En todo caso, en el club existe la sensación de que el equipo ha merecido más puntos de los que ha sumado desde que se entregó el timón a Julio Velázquez tras la destitución de Fran Escribá, si bien se admite que ha habido partidos malos como el del sábado en La Cerámica. Los puntos perdidos a última hora ante Cartagena, Albacete o Levante situarían al equipo más arriba en la tabla y notablemente más cerca de un objetivo que, realmente, nunca ha estado demasiado cerca.

Confianza, tiempo, paciencia y tranquilidad. Sobre esos cuatro pilares se asientan, ahora mismo, las sensaciones en el Real Zaragoza, aun consciente de la dificultad que entraña pedir paciencia a una afición que acumula once años en Segunda y que comienza a perder toda esperanza en un curso que parecía destinado a acabar con la pesadilla.

La confianza en la calidad de la plantilla se mantiene inalterable, así como el trabajo de un cuerpo técnico al que se le otorga tiempo y paciencia

Pero el club no comparte la impresión generalizada de que el equipo no transmite nada bueno sobre el césped. Más allá de la referida falta de mordiente exhibida en varios encuentros, la confianza en la calidad de la plantilla se mantiene inalterable, así como en el trabajo de un cuerpo técnico al que se le otorga tiempo y paciencia. El ejemplo de Ramis (con pie y medio fuera del equipo hace muy poco y ahora en ascenso directo tras marcar dos goles en el descuento ante el Eibar) advierte de la cambiante realidad de una categoría compleja y competida en la que el Zaragoza vuelve a vivir una situación que se viene repitiendo con asiduidad casi en cada temporada.

Y es que la ilusión de un verano marcado por la esperanza y en el que el director deportivo Juan Carlos Cordero fue el zaragocista más aplaudido y venerado en La Romareda, ha dado paso a un sempiterno episodio de desencanto como consecuencia del declive de un equipo que ya ha gastado el comodín del relevo en el banquillo sin que la medida haya surtido efecto más allá de una efímera reacción sustentada en la fortaleza en los primeros partidos de Velázquez en La Romareda.

El preparador pucelano, pues, dispone de las armas y la confianza, pero también de tiempo. Porque el club sigue valorando su trabajo y apela a la coherencia tras una elección que, se asegura, estuvo basada en un riguroso análisis y que exige, ahora, dejar trabajar al zaragocista, en quien se sigue confiando.

Porque, a pesar de la dificultad, nada está perdido. Ayuda, además, la mediocridad de una categoría que sigue esperando a un Zaragoza que, eso sí, se empeña en quedar descolgado. Los resultados del domingo mantienen el playoff a la misma distancia (seis puntos) que los aragoneses trataron de reducir en tierras castellonenses. 

Con catorce jornadas (42 puntos) por delante, el Zaragoza afronta el partido del domingo ante el Amorebieta como una nueva final. La competición concede la enésima oportunidad a un equipo aragonés obligado a ganar en casa al colista de la categoría. Pero este tipo de equipos no se le dan del todo bien a un cuadro aragonés que ya perdió en La Romareda ante Cartagena (1-2), Mirandés (0-1), Alcorcón (0-2) o Huesca (0-2), todos ellos rivales directos de los vascos en la lucha por la permanencia. 

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