La opinión de Sergio Pérez

El cierre del mercado de Cordero y el Zaragoza más hambriento

Hay razones futbolísticas sobre el césped, como las tendrán varios equipos a los que habrá que superar, pero el Real Zaragoza 23-24 cuenta con algo más, genuino, propio y diferenciador: es el club más hambriento de la categoría. Nadie quiere tanto el premio del ascenso como La Romareda. Los jugadores son plenamente conscientes de dónde están y para qué están aquí. Han entendido el mensaje y se han subido a esa ola generada desde la grada

Juan Carlos Cordero, en la presentación de Sergi Enrich en La Romareda.

Juan Carlos Cordero, en la presentación de Sergi Enrich en La Romareda. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

A tres días del cierre del mercado de verano, el Real Zaragoza apura las horas finales de esta ventana con la plantilla completa pero no cerrada, expresión que recientemente acuñó Juan Carlos Cordero con la que dejó la puerta entreabierta a cualquier nueva operación hasta el mismo 1 de septiembre, de salida de alguna pieza de peso o de entrada con la que redondear un gran trabajo. El director deportivo ha sido el autor de una profundísima revolución en la plantilla que ha situado al equipo en otro mundo y en un rango de expectativas muy superior.

Con lo que ha dejado salir y con lo que ya ha entrado en La Romareda, certero en la elección de los descartes y atinadísimo con los fichajes, el Real Zaragoza afronta la Liga 23-24 con una etiqueta ineludible: la de firme aspirante al ascenso a Primera. Tiene entrenador y tiene jugadores de nivel suficiente para competir por esta meta. Las tres primeras victorias de agosto en otras tantas jornadas han ratificado esa condición, con la que deberá convivir toda la temporada.

Esta categoría es extremadamente larga y pesada, sujeta habitualmente a vaivenes futbolísticos y emocionales y a resultados semanales sorprendentes. El pan hay que ganárselo cada día, desde el primero hasta el último, y el valor del primer mordisco es igual al del penúltimo. Cada punto suma y cada punto que se va no vuelve. Este año, el Real Zaragoza ha entendido perfectamente cuáles son las singularidades de la Segunda División y ha arrancado con el pie a fondo. De momento, todos los puntos posibles están en su casillero y eso es el primer tanto a favor.

Después de varias campañas de despropósitos deportivos y de alguna mandada al limbo de manera irresponsable con jugadores de talla superior, el Real Zaragoza por fin vuelve a tener argumentos futbolísticos de partida. Hay razones sobre el césped, como las tendrán varios más a los que habrá que superar, pero cuenta con algo genuino, propio y diferenciador: es el club más hambriento de la categoría. Nadie quiere más ese premio que La Romareda, que ha escenificado desde el principio ese enorme deseo con un ambiente espectacular, noches de verano muy emocionales y una extraordinaria comunión grada-equipo. Los jugadores son plenamente conscientes de dónde están y para qué están aquí. Desde el primer día han mostrado el mismo apetito que toda la ciudad y se han subido a esa ola. Un hambre que ha de ser permanente durante los próximos nueves meses y un factor clave que marque la diferencia.